El pasado 18 de agosto fallece una mujer de 75 años, en una residencia de la Diputación Foral de Bizkaia tras 17 días de ingreso como temporal. Esto sería anecdótico si no hubiese sido un ser querido para nosotros y si no hubiésemos detectado los familiares, en esos 17 días, varias irregularidades.

Tan sólo cuando se produce un hecho similar y es sacado a la luz pública se abre el debate sobre el trato y el cuidado a nuestros mayores. Nos preocupamos de cuánto y cómo vamos a cobrar la pensión de jubilación y apenas nos damos cuenta de dónde y cómo estaremos en esa etapa y de la importancia que tiene la calidad de vida que tengamos en estos centros.

DFB cede la explotación de los mismos a empresas privadas que velan principalmente por obtener beneficios económicos, quedando en segundo plano el bienestar de los ancianos. ¿Qué tipo de control realiza DFB? Centros con escaso personal para atender a los allí ingresados, centros de día sin un jardín o patio para salir al exterior; aquellos que tienen mayor grado de dependencia permanecen sentados en un sillón, sin paseo día tras día, a no ser que tengan visita externa.

El primer gran error es poner en manos de empresas privadas a nuestros mayores, y el segundo no llevar un control más estricto a los adjudicatarios de la explotación de dichos centros.

Los niños y los ancianos (nosotros mañana), son los grupos más frágiles de nuestra sociedad. La diferencia está en que un hecho similar tiene gran trascendencia en el primer caso y apenas en el segundo.