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57. EDICIÓN DEL FESTIVAL DE CINE DE DONOSTIA

«Somos lo que pensamos. El cine puede cambiar los pensamientos. Por eso hago cine»

Samira MAKHMALBAF I Cineasta iraní y miembro del jurado

La directora iraní Samira Makhmalbaf obtuvo el Premio Especial del Jurado del Festival Internacional de Cine de Donostia del año pasado por "El caballo de dos piernas". Este año la iraní regresa a Zinemaldia como jurado de la Sección Oficial.
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Iratxe FRESNEDA | DONOSTIA

Samira tiene un currículum impresionante. Nacida en Teherán en 1980, con tan sólo ocho años de edad actuó en «The Cyclist», la cinta dirigida por su padre, el realizador iraní Mohsen Makhmalbaf. Tras cursar estudios de cine en una escuela privada, dirigió su primera película «The apple». Tenía 17 años. De esta manera, se convirtió en la directora más joven del mundo en participar en la Sección Oficial del Festival de Cannes. Con la «La pizarra» obtuvo el Premio Especial del Jurado en Cannes y su tercera película, «A las cinco de la tarde», fue la primera que se rodó en Afganistán después del régimen talibán. Compitió en el Festival de Cannes de 2003, donde, por segunda vez, obtuvo el Premio Especial del Jurado además de dirigir uno de los once episodios de la película «11'09»01-11 de septiembre», en la que participaron directores como Ken Loach, Shohei Imamura, Youssef Chahine y Sean Penn, entre otros, y que se estrenó en el Festival de Venecia de 2002.

En el 2004, el periódico «The Guardian» incluyó a Samira Makhmalbaf entre los cuarenta mejores directores del mundo.

Rodar «El caballo de dos piernas» no fue una tarea fácil. El Gobierno iraní no le concedió el permiso para hacerlo dentro de su territorio, así que Makhmalbaf decidió filmar su película en Afganistán. Durante el rodaje estalló una bomba y seis personas resultaron gravemente heridas. A pesar de todas las dificultades, Samira no abandonó Afganistán hasta finalizar la cinta. Una película y un premio que crearon polémica el pasado Zinemaldia, donde las acusaciones vertidas sobre la iraní por utilizar a niños mutilados en la cinta estuvieron a la orden del día. A la directora la culparon, entre otras cosas, de vampirizar a dos niños para crear sentimientos de lástima.

No es en Donostia la primera vez que hace de jurado; a sus espaldas quedan festivales de la talla de Cannes, Venecia, Berlín, Locarno, Moscú y Montreal, entre otros.

Samira nos habla de su título estrenado recientemente.

La película con la que consiguió la Concha de Oro el año pasado puede ser interpretada como un mal sueño. Tras recibir el guión de su padre no deseaba rodarla, ¿qué es lo que finalmente le hizo armarse de valor y decidirse?

La historia era demasiado real, demasiado dura para rodarla; al principio me dije que no la rodaría. Era demasiado surrealista. Pero pasados los días pensé que la realidad suele ser así de cruda y que tenía que contarla. Además, leyéndolo, sentí que me habían metido a la fuerza en una caja. Al día siguiente, en casa, gritaba de vez en cuando: «No, no lo rodaré, no lo rodaré». Por fin, mi padre se acercó, me quitó el guión, me dijo que olvidara la película y que me tranquilizara. Pero no podía. El resultado salta a la vista.

Ha retratado con crudeza las relaciones de poder entre los seres humanos...

Las relaciones de poder existen en todas las relaciones humanas. La clave es la debilidad: los dos niños están en esa situación porque son débiles. En esta película quiero destacar lo bueno y lo malo que puede salir de las relaciones. Existen muchos motivos por los cuales uno se convierte en el caballo del otro, o en el jinete del otro. ¿Hasta dónde pueden llegar las relaciones entre dos personas? Por un lado pueden ser positivas: el amor, el sacrificio, la amistad... Pero, también puede existir lo contrario, la explotación de uno sobre el otro, y eso es lo que quiero examinar. Quería acercarme a esas personas luchando entre ellas, consigo mismas.

Resulta «molesto» para los ojos occidentales ver este tipo de realidades; niños mutilados, sin poder disfrutar de una infancia, digamos, «normal»...

Es un relato difícil de ver, difícil de tolerar, pero puede servir de espejo, porque trata de la violencia del alma y esa violencia está en todo el mundo. Es algo que concierne a toda la humanidad.

Los actores no son profesionales, pero en la actuación que se puede ver en la pantalla acaban brillando por su talento. ¿Qué ha supuesto para ellos esta película?

Creo que encontré a las personas adecuadas, buscaba a dos personas con caracteres opuestos. Sabía que «el mendigo» sería capaz de hacerlo nada más conocerle. Ellos querían interpretar sus papeles, se divertían haciéndolo, fueron tan naturales... Su vida ha cambiado de alguna manera, ya no mendigan.

A través de «El caballo de dos patas» realizamos una especie de viaje a lo largo de la historia del cine; la cinta evoca ciertas pretensiones neorrealistas. ¿Era ésta su intención cuando empezó la película?

Escogí ese estilo para la película con el fin de hacer realista un tema surrealista. El estilo de la película es muy simbólico, es muy metafórica pero rodada como un documental, realista.

Quería mezclar el lado más imaginativo con la realidad tratando de trasladar a la pantalla ese diálogo entre dos personas, entre la realidad y lo soñado.

¿Qué es lo que le mueve a contar historias?

Hay cosas muy duras en este mundo. Quiero cambiar el mundo dentro de mis posibilidades. Creo que gran parte del dolor es producido por el comportamiento del ser humano. Somos lo que pensamos. El cine puede cambiar los pensamientos. Por eso hago cine.

DIFICULTAD

«Es un relato difícil de ver, pero puede servir de espejo, porque trata de la violencia del alma y esa está en todo el mundo»

surrealista

«La historia es demasiado real, demasiado dura para rodarla. Al principio me dije que no la rodaría, era demasiado surrealista»

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