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Análisis | Referéndum independentista

El horizonte político tras la consulta de Arenys de Munt

Si había algo que temía el Estado español de la consulta por la independencia celebrada en Arenys de Munt es que finalizara como lo hizo, con un éxito total y con un eco muy importante en medios de comunicación internacionales. Las principales agencias , cadenas de televisión y medios como «The New York Times» o «Le Monde», lo siguieron de cerca y lo recogieron en sus noticias.

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Txente REKONDO Gabinete vasco de Análisis Internacional (GAIN)

El referéndum de Arenys de Munt ha puesto en evidencia el auge del independentismo en Catalunya y ha desplazado el centro sociopolítico del país hacia el soberanismo, situando la autodeterminación en el eje central del debate de cara a las elecciones al Parlament.

Uno de los grandes valores del referéndum es que ha sido capaz de romper «el tabú de la autodeterminación» y demostrar que este tipo de convocatorias genera muchas simpatías independentistas e ilusión colectiva, y que buena parte de la población responde con cierta euforia, pese a las trabas, al llamamiento a participar, en contraste con otro tipo de citas electorales.

El proceso iniciado en Arenys tiene diversas fases. La primera ha sido todo un éxito. Superar la telaraña legal del Estado español, tras un detallado análisis de los resquicios de esa legalidad ante una consulta convocada por una entidad privada.

La segunda fase está ya en marcha, con la llamada a los alcaldes interesados en realizar iniciativas similares a una reunión el 3 de octubre. De momento, unos sesenta han mostrado su disposición a convocar consultas, y en los próximos días el Ayuntamiento de Berga aprobará una moción en ese sentido.

La tercera fase es más delicada, porque la convocatoria directa de la consulta por parte de algún municipio acarreará una confrontación directa con el Estado. Habrá que ver la respuesta de algunas fuerzas políticas, como ERC y otras, que hoy día dicen apoyar la participación popular.

Ante esta nueva coyuntura las direcciones de los partidos políticos están descolocadas. Esquerra no controla ese auge independentista, sustentado, sobre todo, por el movimiento independentista extraparlamentario, y busca una reubicación en la foto. CiU intenta desgastar a ERC asumiendo postulados soberanistas para buscar la contradicción en el partido que lidera Puigcercós, sobre todo por su alianza de Gobierno con los socialistas que han perseguido la consulta. CDC tiene el anclaje de UDC (que algunos comparan con UPN). ICV está también descolocada, porque su apuesta es federalista y se mueve mal en el debate soberanista.

Habrá que seguir también con atención la irrupción de nuevos protagonistas. La presencia del presidente del Barça y los cantos de sirena desde Reagrupament (populismo independentista) llevan a algunos a hablar, tal vez prematuramente, de un tándem Laporta-Carretero.

Sin olvidar la evolución de la CUP. Es evidente que hay un importante rearme ideológico y estructural que puede anticipar buenas expectativas para las elecciones municipales de 2011. Su reciente decisión de no presentarse a los comicios autonómicos del próximo año y anteponer su reforzamiento como formación política puede ser un gran acierto. Arenys de Munt y las consultas pueden ser una buena pista de despegue para la articulación independentista.

A poco más de un año para las elecciones al Parlamento del Principat, la independencia o la autodeterminación será el eje central del debate. Todos estos movimientos son señal inequívoca de que dentro del electorado se están produciendo cambios con respecto al eje nacional, y el centro sociopolítico del país se ha desplazado hacia el soberanismo.

Ésa parece ser, con matices, la lectura que hace CDC (y que no comparte Unió), que el soberanismo ha pasado a ser un elemento central en la política catalana, y puede redefinir el pano- rama futuro. Este fenómeno no se traduce en un crecimiento electoral de ERC, víctima de sus errores en el Gobierno con el PSC, y de su falta de visión estratégica sobre lo que estaba aconteciendo en el país.

Por su parte, el PSC ha respondido de forma contundente contra las consultas, negando su validez y equiparándolas a la imagen mediática que desde los medios y la clase política española se quiere dar del independentismo. Montilla ha situado el Estatut, sin grandes avances en los tres últimos años y con la espada de Damocles del Constitucional, como el elemento definidor de la centralidad política.

Probablemente sea CiU quien, buscando capitalizar esa redefinición del eje nacional, opte por formular propuestas capaces de satisfacer las demandas soberanistas y evitar que ERC capitalice el auge independentista. Las contradicciones internas y las presiones de algunos sectores pueden frenar esta estrategia electoralista de los convergentes.

El propio proceso del Estatut ha contribuido a ese cambio del eje político y social. En Catalunya hay un gran cansancio por la dificultad a la hora de renovar el llamado sistema autonomista. Buena parte de la ciudadanía no independentista se está apeando del tren autonomista al ver las dificultades que el Estado español ha puesto ante la reforma estatutaria. Sin olvidar, además, la agresividad del llamado anticatalanismo. Es evidente que muchos tenían razón cuando señalaron que el Estatut nacía muerto, y que ahora será el Constitucional español el que acabará rematándolo. Pero lo que muere no es un estatuto, sino la propia legitimidad popular del llamado autonomismo en Catalunya. Si finalmente se llevan a cabo movilizaciones, éstas no van a ser en defensa del Estatut, sino contra la sentencia y, por definición, contra el autonomismo que impulsa Madrid.

Este caldo de cultivo viene dado por el deterioro de muchos aspectos del país. El déficit en infraestructuras, el espolio fiscal, una nueva financiación que no soluciona el déficit fiscal ni los problemas económicos del país, la crisis... son elementos que han hecho que muchos empiecen a ver en la independencia la única vía de solución a sus problemas. El reto pero también la incógnita es saber si se producirá y, en todo caso, cómo, la articulación política de esta ebullición social.

Arenys de Munt es un síntoma inequívoco de que los tiempos han cambiado. La consulta evidencia que el independentismo cada vez se ve menos representado por los partidos políticos tradicionales, al tiempo que hace más visual su transversalidad sociológica. Certifica el cansancio nacional con las vías exploradas hasta ahora y crea un precedente importante.

El liderazgo de la CUP en la consulta es una de las claves para este impulso soberanista, y la participación de las gentes de CiU o ICV, además de ERC, muestra, una vez más, la transversalidad del sentimiento independentista en Catalunya, y sitúa al PSC junto al PP, lo que genera mucha incomodidad en sectores catalanistas socialistas.

Si la centralidad política y social del soberanismo acaba imponiéndose, los esfuerzos dirigidos a la articulación de un pro- yecto nacional en ese sentido pueden ser el detonante final para que la materialización de buena parte de las demandas soberanistas en Catalunya enfilen la vía hacia la plasmación en el futuro de un nuevo Estado.

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