Entrando en carnes
Ines INTXAUSTI | Crítica de televisión
La viral batalla entre Antena 3 y Tele5 tiene unas infraestructuras tan sofisticadas como la propia guerra real. No hay fogueo entre ellos. O sí. Lo que sí ha emergido hasta la propia pantalla es la existencia de dobles agentes que parecen trabajar para los dos canales. Los viernes son días ejemplares para esta teoría mía. Hace dos vimos en Tele5 a Belén Esteban mientras, y simultáneamente, Antena 3 recibía a su flamante ex marido. El mismo formato, el mismo tema y la misma tarta publicitaria. Todos ellos parecían estar atendiendo a la competencia más que al propio canal, en pos de la declaración que ofreciera un pico en los índices de audiencia de esos que se miden en milésimas de segundo. Allí estaba Aurelio Manzano (ya le dijo Dios a Adán: «El manzano ni tocar, nada bueno puede dar»), responsable de la propagación pandémica de las mayores mentiras televisadas, donde se mezclan incestos, ADNs, etc. Lo digo porque el zapping entre ambos hacía pensar en alguien que trabajaba para los dos canales. Así que no me extrañaría que, de repente, se fusionaran la 5 y la 3 y fundaran la 8 para obtener sangre fresca en esa franja horaria.
El viernes pasado fueron más allá. Retomaron, una vez más, el mismo asunto y allí aparecieron los personajes más aburridos de los últimos tiempos. La cuñada de Rocío Jurau a un lado del ring televisivo y, enfrente, los yernos de las dos mujeres. Una única familia, un único tema y dos canales para gasear a la audiencia. No hay datos de ese viernes en la guerra por el share. No las puede haber, porque no coincidieron en ningún momento televisado. Si Cantizano aparecía, Jorgejavier desaparecía e imbécilversa. Les cuento esto para evitarles el recuerdo del momentazo de la semana pasada: el Presinero entrevistando al Pregodente. Porque quien fue testigo de la entrevista que hizo el lehendakari al Pregonero (¿o era al revés?) coincidirá conmigo en que fue algo cuando menos evitable. Aunque sólo-Solozábal puede hacer sombra como telonero de la Pantoja a la propia tonadillera. Su cola y su sombra siempre serán más largas.