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París hace efectiva su amenaza y cierra «la jungla» de Calais

La Policía francesa desmanteló ayer «la jungla», un campo de refugiados donde vivían cientos de personas, en su mayoría afganas, en su intento por llegar a Gran Bretaña, y que se ha convertido en uno de los símbolos del drama de la inmigración en Europa. Organizaciones de derechos humanos han advertido de que la solución policial no resolverá la problemática generada por los inmigrantes que quieren cruzar el canal para llegar a Gran Bretaña.

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G. BRANCHEREAU-E. CHARLTON |

Los vehículos policiales comenzaron a las 7,30 de la mañana a cercar el campo, un vasto erial arenoso sobre el que se levantaban tiendas de campaña y situada en una zona industrial de la localidad portuaria.

La controvertida decisión de cerrar «la jungla» había sido adelantada por varias organizaciones de apoyo a los inmigrantes hace alrededor de un mes y fue confirmada como inminente la semana pasada por el ministro de Inmigración, Eric Besson. El operativo, que duró dos horas, se saldó con la detención de 278 inmigrantes, de ellos 132 menores.

Los refugiados recibieron a la Policía detrás de pancartas en inglés y en pastún: «Necesitamos refugio y protección. Queremos el asilo y la paz. La jungla es nuestra casa». El sepulcral y embarazoso silencio con el que respondieron a la presencia policial sólo fue roto para gritar consignas como «No deportation» y «Des papiers pour tous» (papeles para todos). Un refugiado explicó el carácter pacífico de la protesta. «No podemos huir a ningún lugar. La Policía nos buscaría por todo Calais y nos atraparía. Pero `la jungla' es nuestra casa y no tenemos miedo», señaló Bilal, de 18 años. Los refugiados habían pasado la larga y gélida noche en torno a fuegos improvisados y compartiendo cigarrillos y té con los periodistas.

Militantes de No Border, una organización que lucha contra las políticas represivas contra la inmigración, trataron de impedir el paso a los policías, que sacaron uno a uno a los inmigrantes. Al menos cinco solidarios fueron detenidos.

El ministro de Interior aseguró que «la de hoy (por ayer) es una operación muy importante: es el campo principal pero -advirtió- habrá en los días próximos nuevos desmantelamientos». En un intento de justificar la medida, Besson aseguró que «la jungla no era un campo humanitario. Era la ley de la selva».

El ministro aseguró que los inmigrantes «serán interrogados individualmente. Los mayores que rechacen todas nuestras proposiciones serán internados en centros de retención», añadió sin especificar cuáles serían esas proposiciones. «Los menores serán llevados a centros de acogida», añadió.

Tropezar con la misma piedra

Este operativo tiene lugar siete años después del cierre del centro de la Cruz Roja en Sangatte , impulsado por Nicolas Sarkozy, entonces ministro de Interior.

Las asociaciones de defensa de los derechos humanos volvieron a denunciar estas intervenciones policiales «grandilocuentes pero que no resuelven el problema y no hacen sino provocar que los inmigrantes se desparramen sobre las costas del Canal de la Mancha.

En la oposición, el diputado del PS Jack Lang auguró asimismo que «pronto aparecerán nuevas junglas».

GRAN BRETAÑA

El ministro británico de Interior, Alan Johnson, saludó la «actitud rápida y firme» del Gobierno francés, al que alabó por su cumplimiento del Acuerdo de Evian, firmado este año, para sellar el paso de Calais a Inglaterra.

Un refugio para un sueño, llegar a Gran Bretaña

Convertida en un símbolo de la determinación de los refugiados por alcanzar Gran Bretaña, «la jungla», bautizada así por los propios refugiados, se situaba cerca de varias empresas que disponen de parkings donde intentaban subir a camiones de carga que se disponían a embarcar en los ferries con destino a Gran Bretaña.

Los condiciones higiénicas eran muy precarias. Poco le ha importado eso al Gobierno y los refugiados no lograron disponer de una fuente de agua hasta este verano. Los inmigrantes lograron también levantar una improvisada mezquita, que fue desmantelada ayer.

La cifra de refugiados, entre 700 y 800 en junio, disminuyó en las últimas semanas a menos de la mitad tras conocerse los planes de desmantelamiento. Decenas de refugiados se fueron del campo o lograron cruzar el canal. Muchos de ellos llevaban más de un año en «la jungla» después del recrudecimiento de las medidas de control para blindar la frontera.

Siempre según el Gobierno, desde principios de año se habrían registrado 179 demandas de asilo y 180 refugiados habrían «aceptado» una propuesta de «retorno voluntario» que incluiría una «ayuda financiera». Tras el operativo, la propia Policía reconoció que calcula que 2.000 refugiados e encontrarían aún en el litoral del norte del Estado francés. GARA

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