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La pobreza es una realidad que también existe en la rica Alemania

La pobreza es una realidad ignorada por muchos, pero bien patente, en Alemania. En 2007 el fenómeno afectaba al 14% de la población (once millones de personas). Desde 2005 el porcentaje había subido tres puntos y nada hace pensar que la pendiente se haya frenado en los últimos meses.

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Ingo NIEBEL

El desempleo afectaba en agosto a 3,5 millones de personas, según el registro de la Agencia Federal del Trabajo, lo que supone un 8,3%, por debajo de la media de la UE, que en julio se situó en nueve puntos. No obstante, hay que tomarse con mucha precaución esos datos. El país se encuentra en campaña electoral y desde hace casi 30 años cada gobierno se ha inventado nuevas medidas para lustrar la estadística del paro.

El diario «Süddeutsche Zeitung», liberal, descubrió en 2008 la «creatividad» con la que los respectivos ejecutivos quieren hacer realidad el sueño del pleno empleo. Por ejemplo, falta millón y medio de personas que, aunque como desempleados reciben un subsidio, están aparcadas en diferentes programas que los sacan de la estadística. En abril de 2008 unas 300.000 personas estaban obligadas a aceptar trabajos remunerados por un euro la hora para no perder el subsidio mensual. El mismo número de ex trabajadores estaba o está en el programa de jubilación parcial o era considerado como ex empleado a punto de jubilarse. 200.000 ciudadanos recibían una ayuda estatal para hacerse autónomos. Otros 246.000 estaban en un programa de formación profesional. Según el rotativo, otras 648.000 personas están en el paro pero no registradas. El denominador común de todos estos factores es que «adelgazan» la estadística del paro a la vez que sirven para reducir la cobertura social a estas personas.

El otro origen de la pobreza se encuentra en el endeudamiento. Aunque los bancos alemanes nunca han concedido créditos para el consumo individual con tanta ligereza como en el Estado español, en 2008 unos siete millones de alemanes tenían graves problemas económicos debido a las deudas. El tema es tal que incluso la televisión privada RTL está realizando un programa que se titula «Dejando las deudas». A ello se añaden reportajes que documentan cómo familias pierden su hogar en subasta. Eso sí, el tratamiento que hacen de la pobreza es individual, aunque sea problema del sistema.

En 2008 en Berlín se registraron 410.000 personas como insolventes. Cada una contaba con una deuda media de 30.000 euros.

La factura la pagan también los menores. Desde 2006, cuando las guarderías públicas comenzaron a funcionar según criterios empresariales, muchos han tenido que dejar su Kindergarten porque sus padres pertenecían al grupo de personas que no había pagado reiteradas veces sus cuotas.

El tercer origen de la pobreza alemana está relacionado con la vejez. Las primeras generaciones de la posguerra se jubilan y muchos pensionistas se dan cuenta de que en su día no habían cotizado lo suficiente. La Oficina Federal de Pensiones suele informar a los futuros de jubilados con cierta frecuencia de cuánto dinero recibirán y les anima a firmar un seguro con una compañía privada para aumentar la pensión. Muchos de estos seguros están vinculados con fondos de acciones que por la crisis financiera han perdido de valor.

La perspectiva no es alentadora: la pobreza se concentra en los estados federales de la ex República Democrática Alemana (RDA) donde se mueve entre el 18 y el 24%. En el oeste alemán, en concreto en Baden Württemberg y Baviera, se queda en diez y once puntos, respectivamente, por debajo de la actual media del 14% por ciento. Pero la coyuntura va de mal en peor.

Entre 2000 y 2005 los ricos se hicieron más ricos y los pobres, más pobres. Eso ocurrió cuando el Partido Socialdemócrata (SPD) gobernó junto con los Verdes. El bipartito de Gerhard Schröder liquidó una serie de impuestos sobre los ingresos altos tanto respecto a las personas físicas como a las empresas. Según un estudio de la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo (OCDE), entre 1985 y 2005, la desigualdad en los ingresos aumentó en Alemania dos veces más que en la media europea. La consecuencia es que el 10% de la población posea el 50% del patrimonio total. Si en la media de la OCDE el riesgo de pobreza en las familias en las que ninguna persona trabaja, oscilaba en el 30%, este factor alcanza 40 puntos en Alemania. Entre 1995 y 2005 aumentó cinco puntos, situándose en el 16%, la proporción de niños y jóvenes que viven en la pobreza. Afecta especialmente a los que viven en «familias monoparentales».

Por si esto fuera poco, entre 2002 y 2005 los sueldos brutos se redujeron casi un 5%, de 24.900 euros a 23.700 euros anuales. Además subió el número de aquellas personas que por su trabajo reciben menos que dos tercios del sueldo bruto medio. A principios de los años 90 sólo el 25% por ciento de los empleados pertenecían a este grupo que aunque trabaja no logra salir de la pobreza. En 2005 ya era el 30%.

Esta realidad explica por qué el partido socialista Die Linke (La Izquierda) quiere introducir un sueldo mínimo y unos ingresos mínimos de 500 euros para los desempleados. Además, quiere elevar la cuota de 165 euros que cada familia recibe mensualmente por hijo y que en el caso de los desempleados debería ser desvinculada del subsidio que reciben.

Frente a ello, tanto la CDU de la canciller Angela Merkel como los liberales del FDP tachan de «neocomunista» a quien ose denunciar estas situaciones y promover medidas. En esta línea, se oponen a un salario mínimo y abogan por eliminar lo convenios colectivos y la protección del puesto de trabajo.

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