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ZINEMALDIA

«Hadewijch» Quiero ser santa

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M. INSAUSTI

No es la primera vez que Bruno Dumont intenta actualizar el mito cristiano, pues inauguró su filmografía hace doce años con «La vida de Jesús». Creo que era una obra que conectaba con su maestro Robert Bresson, ya que mostraba, al igual que en el clásico «Mouchette», la santidad de los marginados. En «Hadewijch» se desvía radicalmente de aquel planteamiento, con el que, como buen pasoliniano, me sentía identificado. Puede que ahora sólo quiera hablar de espiritualidad absolutista por haber llegado a la conclusión de que es lo más provocador en este momento, y de ahí que la protagonista sea una gran burguesa, nada menos que hija de un ministro. Soy de los que opinan que a esta chica su sacrificio y su renuncia a lo material no la van salvar de las llamas del infierno, si es que la justicia divina existe. Tampoco su novísimo ecumenismo, aliada con los activistas islámicos como único medio actual para convertirse en otra Juana de Arco.

Sacar a los místicos de su encierro monacal y pasearlos por las Babeles de las urbes modernas puede que resulte en efecto subversivo, pero dudo mucho que baste con asistir a un recital de un conjunto barroco en una recogida capilla para lograr un efecto perturbador en la audiencia. Bueno, y lo de ser virgen prefiero ni comentarlo, porque sería lo mismo que decir que esta novicia seguidora de la mística del siglo XIII Hadewijch de Amberes se hace del Opus o algo así. A mi lo único que me sugieren dichas anacrónicas salidas de tono es el grado de aburrimiento al que ha llegado un cine intelectual que ya no sabe hacia donde dirigir sus boutades, lo cual sucede desde que algunos jóvenes viejos del cine de autor como Bruno Dumont se han empezado a tomarse en serio a sí mismos, perdiendo el sentido del ridículo y de la autocrítica. Sepa, Monsieur Dumont, que su reaccionaria película no tiene nada de catárquica, ni tampoco va a sumir a nadie en un estado de éxtasis, por la sencilla razón de que usted no es el sumo creador ni lo será jamás. Amén.

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