Análisis | Cumbre en Nueva York
Benjamin Netanyahu sigue saliéndose con la suya
El primer ministro israelí está siendo capaz de seguir ampliando las colonias como le pide su electorado sionista y hacer caso omiso a la demanda de Obama de paralizar esa ampliación
Martxelo DÍAZ
Barack Obama ya tiene su foto con Benjamin Netanyahu y Mahmud Abbas. Poco más se puede poner en el haber de la reunión que mantuvieron ayer el presidente de EEUU, el primer ministro israelí y el mandatario de la Autoridad Palestina. Netanyahu sigue sin inmutarse cuando le exigen que deje de ampliar colonias ilegales.
Hotel Waldorf Astoria de Nueva York, paradigma del lujo y escenario escogido por Barack Obama para tratar de resucitar el diálogo entre Israel y la Autoridad Palestina. Primero, reunión con Benjamin Netanyahu. Después, turno para Mahmud Abbas. Finalmente, cumbre trilateral. Fotos, declaraciones y cada uno a preparar su aparición en la Asamblea General de la ONU. Fin.
Éste era el guión previsto para la jornada de ayer y, lamentablemente, se cumplió al milímetro. Obama volvió a insistir en la necesidad de que las negociaciones vuelvan a retomarse lo antes posible. Para ello, está dispuesto a que su enviado regrese a la zona de conflicto. El mismo enviado que esta semana se ha visto obligado a volver a Washington sin poder presentar el más mínimo avance ante la cerrazón de Netanyahu, que ha vuelto a demostrar que seguirá, pese a lo que pese, ampliando las colonias sionistas.
Se supone que Obama volvería a insistir ayer, en los lujosos salones del Waldorf Astoria, en la necesidad de suspender la ampliación de las ilegales colonias sionistas, concebidas para ahogar a los palestinos, haciéndoles la vida imposible.
Pero si Obama cumplió su papel, Netanyahu tampoco se salió ni un milímetro de su guión. Si alguien tenía dudas, su portavoz, Nir Hefetz, las despejó el lunes. Netanyahu no es de esos políticos que considera que ceder territorio a los palestinos o desmantelar colonias sea algo bueno para Israel, dijo Hefetz. Lo cierto es que es difícil encontrar a algún político israelí que tenga estos planteamientos.
Y el motivo de ello es claro, como también lo explicó Hefetz. Todos ellos, con Netanyahu a la cabeza, piensan que construir más colonias y robar más tierra a los palestinos es avanzar en el proyecto sionista, la ideología excluyente que considera que esa tierra corresponde únicamente a los judíos y que el resto de habitantes debe ser expulsado.
La única diferencia es que Obama, distanciándose de sus predecesores, parece que quiere desmarcarse de Israel. Su insistencia en reclamar al Estado sionista que cumpla con algo tan básico como la legalidad internacional es novedosa y puede ser el primer paso para romper una dependencia casi enfermiza de Washington hacia Israel, hasta el punto de que muchas veces resultaba difícil saber quién era el que marcaba las directrices, el hermano mayor americano o el pequeño sionista que aparentemente necesita siempre protección.
Sin embargo, la nueva estrategia de Obama no ha demostrado, hasta el momento, que sea eficaz. Con uno de los gobiernos más derechistas y excluyentes de su historia, Israel sigue haciendo lo que quiere y conculcando legalidades internacionales y derechos humanos. Netanyahu se ha puesto farruco y ha manifestado que nadie le va a decir cuántas colonias judías se van a construir en Jerusalén Este porque es «la capital indivisible de Israel», por mucho que haya sido ocupada ilegalmente. Responde a una lógica sionista tan implacable como inhumana.
El problema para Netanyahu es que se ve sometido a una doble presión. Por un lado, defiende el ideario sionista al frente de un Gobierno que, por ejemplo, tiene como ministro de Exteriores a Avigdor Lieberman, el líder de Israel Beitenu, que vive en la colonia de Nokdim, en Cisjordania. El electorado que aupó a Netanyahu frente a Tzipi Livni -sorprendentemente calificada de «moderada» pese a ser una de las responsables políticas de la masacre de Gaza- quiere colonias. Y quiere que las colonias actuales se amplíen. Porque eso es sionismo. Eso es Israel.
Por otro lado, Netanyahu necesita al amigo americano. En estos años, Israel ha dependido de la ayuda política y financiera de EEUU para poder seguir adelante. Morder la mano que te da de comer siempre es malo, pero parece que Netanyahu está siendo capaz de hacerle frente al recién llegado Obama.
¿Y Abbas? Al mando de una Autoridad Palestina que depende de la ayuda exterior hasta para pagar los sueldos y la calefacción hará lo que le digan. Hasta ir a Nueva York para sentarse con el mismo Netanyahu que sigue ampliando colonias.