Me encanta el olor del napalm por las mañanas» es una de esas frases que quedaran para la historia del cine. Surgió de la boca de Robert Duvall en «Apocalypse Now», de Coppola. Duvall, alguien a quien su experiencia vital le hace estar de vuelta de casi todo. Tan de vuelta está que, cuando le tocan ciertos temas acerca de su trayectoria profesional o de los últimos acontecimientos políticos de su país, prefiere no implicarse demasiado, incluso se molesta. Es un republicano ¿convencido? a pesar de que haga chistes con el nombre del personaje que interpreta en «Get low», el primer largometraje del oscarizado Aaron Schneider.

Su personaje es el huraño y misterioso ermitaño señor Bush. «Cada vez que me llamaban Bush era como si me llamaran Franco», decía ayer. A pesar de eso, según él, es el único del reparto que no ha votado a Obama y se nota, porque, mientras me entrevistaba con el ayer en el María Cristina, al preguntarle por las pretensiones de su presidente para cambiar el sistema sanitario en EEUU (Duvall participó en «John Q», una cinta que denuncia la falta de cobertura sanitaria en el país) su contestación fue más bien airada: «No he visto la película» y, acto seguido, defendió apasionadamente su propuesta (para saber más estad atentos a los próximos números de Zazpika).

No resulta fácil establecer una conversión con un monstruo de la interpretación justo después de comer, ni para él ni para mí, pero cierto es que he tenido entrevistas más agradables en otras ocasiones, aunque quizás no tan divertidas. No siempre se tiene un republicano al que hacer preguntas incómodas. Duvall es un tipo inteligente, que tiene las cosas claras y que, a estas alturas de la película de su vida, aun sigue buscando y embarcándose en nuevos proyectos, arriesgando. Su personaje huele a premio, un olor mucho más sano que el del napalm.