Cuando salta a escena un nuevo futbolista, siempre se acude a comparaciones para presentarlo. En el caso de Jorge Galán Anaut hay unanimidad: en Tajonar todos lo ven las maneras de un mismo jugador. Se llama David Villa.

El Guaje lleva años batiendo récords. Galán, evidentemente, está muy lejos, pero ya le supera en una marca. Villa debutó en Primera en 2003 con el Zaragoza, y las crónicas cuentan que no brilló y que, además, su equipo perdió 0-1 con el Deportivo (casualidades de la vida, la puntilla se la dio Pandiani).

A Galán, por el contrario, todo le fue de cara. El primer balón que tocó en la categoría fue a la red -los amantes de la estadística tienen trabajo para encontrar un caso igual-. Marcó a los ¡seis segundos! de entrar en el campo. Y su equipo ganó.

A Galán se le compara con el asturiano por tres motivos: tiene mucho gol, un notable disparo desde fuera del área y una gran capacidad de desmarque, la virtud que más valora su entrenador en el Promesas, Miguel Merino.

El desmarque y el olfato los acreditó nada más entrar en Valladolid, en una jugada de pillo en que supo buscar la espalda a la defensa leyendo adónde podía ir la peinada de Pandiani. Y el disparo no lo tardará en mostrar: con Osasuna B metió el año pasado varios goles de falta directa. Como Villa.

Camacho se lo ha pensado para hacer debutar a Galán, que el año pasado ya pidió a gritos la salida al campo con los trece goles decisivos para que el Promesas salvara la categoría. Eso le valió incluso una convocatoria a la selección española sub-21, algo muy inhabitual para un jugador de Segunda B.

Galán se lo tomó con calma y esperó su oportunidad, aprovechada a la perfección en Zorrilla. Lo hizo con olfato de cazador, una afición que comparte con Patxi Puñal.

Y como César Cruchaga, dio sus primeras patadas en el Pirineo, más en concreto en Garde, entrando en el valle del Roncal. Osasuna no tardó en reclutarlo, y en las categorías inferiores ha batido marcas como los 29 tantos logrados con el juvenil hace dos años.

Delantero del futuro

Llegue o no algún día a las cifras logradas por Villa, de momento habrá que convenir en que su irrupción es todo un acontecimiento en Osasuna.

En las dos últimas décadas Tajonar ha dado algunos porteros de nivel (López Vallejo, Sanzol, Elía), laterales poderosos (Azpilicueta, Monreal), centrales solventes (Cruchaga, Flaño, Josetxo, Mateo), pivotes notables (Raúl García, Javi Martínez, Orbaiz, Puñal), y finos interiores y extremos (David López...).

Pero nunca ha dado un goleador (Kike Sola, el último aspirante, no lo es). Para hallarlo hay que remontarse hasta Cuco Ziganda.

Quizás Galán no sea Villa, pero sí el delantero del futuro de un equipo que anteayer acabó con siete canteranos en el campo por primera vez en mucho tiempo.