Las primeras economías del mundo y los principales países emergentes que forman el G-20 mantendrán durante todo 2010 las medidas de estímulo fiscal que adoptaron tras el estallido de la mayor crisis mundial desde 1929, según el primer borrador de conclusiones que recibieron ayer los jefes de Estado y de Gobierno en Pittsburg, donde arrancó la tercera cumbre de este foro con el fin de coordinar la salida de la crisis.

Una recepción del presidente Obama a los asistentes y dos cenas paralelas posteriores donde presidentes y ministros de Finanzas abordaron la agenda de la reunión fueron los primeros actos. El documento con el que comenzaron las discusiones, que continuarán hoy, no precisa con qué intensidad se mantendrán esos planes de estímulo, que se tradujeron en la inyección de cientos de miles de millones de euros en dinero público, ni fija un plazo para su retirada, por temor a que se desplomen los mercados bursátiles, que se han apoyado en ellos para su recuperación.

Primas a los banqueros

El texto, que han ultimado los colaboradores de los líderes en vísperas de la cumbre, no hace tampoco mención a la propuesta europea de sancionar a los bancos que paguen primas excesivas a sus directivos, una práctica que muchos ven como una de las causas de la crisis porque favorece la asunción de riesgos para obtener beneficios a corto plazo.

Aun así, el asunto se discutirá al máximo nivel, dadas las discrepancias existentes. La propuesta no cuenta con el entusiasmo de Estados Unidos. El borrador pide un acuerdo para finales de año sobre nuevas normas mundiales sobre las bonificaciones, pero no aboga por imponer límites estrictos, como había insistido en particular el presidente francés, Nicolas Sarkozy.

Los políticos tienen que tener el «valor» de hacer cosas que no les puedan gustar a los bancos, afirmó la canciller alemana Angela Merkel, antes de la reunión, anticipándose a las reticencias de EEUU, Londres y Wall Street.

«Fallos importantes de normativa, además de la toma de riesgos imprudente e irresponsable por parte de los bancos y otras instituciones financieras crearon una fragilidad financiera peligrosa», reconoce el texto borrador.

Los miembros del G-20, piden un acuerdo sobre normas mundiales que vincule la remuneración de los banqueros al desempeño a largo plazo de las empresas que dirigen y que esté sujeta a devolución si las cuentas de esas entidades empeoran.

El Grupo también respalda que las agencias reguladoras tengan el poder de revisar los sistemas de remuneración de las compañías y puedan modificarlos si quiebran o requieren de intervención pública.

«Es importante alcanzar un acuerdo internacional para finales de 2009 sobre los elementos de las estructuras de remuneración que son vitales para la estabilidad financiera», señalan.

El sistema actual de compensación favorece la toma de riesgos, pues los banqueros ganan primas por los beneficios a corto plazo de las empresas, incluso si debilitan sus cuentas a medio plazo.

Reservas de los bancos

Pero Estados Unidos ha puesto más énfasis en elevar las reservas obligatorias de la banca para hacer frente a los riesgos. «Nuestra reforma tiene muchas facetas, pero su centro deben ser reservas más robustas. El capital permite a los bancos resistir las pérdidas», señala en este sentido el borrador, pero no entra a cómo obligará cada país a las entidades a elevar estas reservas.

Estados Unidos también está interesado en que de Pittsburg salga el compromiso de buscar un reequilibrio de la economía global, que pase por que los grandes exportadores como China, Alemania y Japón consuman más, mientras que deudores como Estados Unidos aumenten sus ahorros.

«No podemos regresar a la era donde los chinos o los alemanes y otros países nos venden de todo a nosotros. Estamos asumiendo una montaña de deuda de tarjetas de crédito o préstamos por valorización de viviendas, pero no le vendemos nada a ellos», argumentó Obama el domingo. Por eso Washington propondrá que el Fondo Monetario Internacional analice si todas las economías del G-20 favorecen un crecimiento más sostenible y publique recomendaciones cada seis meses. El borrador obvia cualquier mención concreta a países pero señala que «si no hay ajuste y realineamiento en las fuentes de la demanda mundial , el FMI estima que el crecimiento global será aceptablemente bajo».

El G-20 también apoya dar a los gobiernos herramientas «más poderosas» para desmantelar firmas que quiebran, una propuesta contenida en el proyecto de reforma financiera que Estados Unidos ha presentado a su Congreso.

Asimismo, los líderes analizarán un informe sobre cómo cumplir los objetivos acordados en la última reunión del G-20 en Londres con respecto a la supervisión financiera internacional, la regulación de los fondos 'hedge fund' (de alto riesgo porque, al no estar regulados, escapan al control de las instituciones financieras) o la valoración de las agencias de calificación de riesgos, a las que se culpa de no haber visto la crisis que se avecinaba.

Cambio climático

El documento también contiene una sección sobre cambio climático y energía, en la que el Grupo se compromete a aumentar la transparencia del mercado de petróleo y de gas natural, así como mejorar la supervisión de los contratos de futuros.

Asimismo, el G-20 se compromete a «racionalizar y retirar gradualmente» los subsidios que abaratan los combustibles fósiles, pues promueven «el consumo derrochador», Algo más de concreción hay en el respaldo a que los países ricos transfieran «por lo menos» un 5% de su voto en el FMI a las naciones en desarrollo «dinámicas» antes de 2011, según el borrador. La cesión, una propuesta de EEUU, es inferior al 7% que pedían Brasil, China, Rusia e India, hará que algunos estados de Europa tengan que renunciar a una parte de su capacidad de voto en el FMI.

Las cuotas determinan el poder de voto en el FMI y pequeños países como Bélgica, Dinamarca y Suiza tienen más influencia en el Fondo que lo que les correspondería puramente por el tamaño de sus economías. mientras que la representación de China, Brasil, Rusia e India no ha crecido a la par que sus economías.

En cambio, Estados Unidos no perderá poder con la reforma, puesto que su casi 17% en el Fondo es inferior al porcentaje que representa su PIB, pero le da el derecho de veto en la práctica de las decisiones de mayor transcendencia.