«Lo importante es educar al dueño, a él también le cuesta quitar los malos hábitos del perro»
De ser nuestro mejor amigo, un canino puede llegar a adoptar unas conductas desapropiadas y pasar a convertirse en un gran problema. Gruñir a su amo, destrozar rincones o adueñarse de un sofá son comportamientos que siempre pueden ser corregidos.
L os perros, al igual que los niños y niñas, también pueden ir a clase para adquirir unas conductas adecuadas. Cada can, al igual que su dueño, es un mundo y por eso, no existen fórmulas mágicas para conseguir que nuestra mascota adquiera un comportamiento ejemplar. No obstante, no podemos caer en la tentación de que cuando un perro tiene un problema la culpabilidad recaiga únicamente sobre él, ya que si el animal tiene un problema, por lo general, su dueño también lo tiene. Por esa misma razón, debe de tenerse muy en cuenta que si los perros deben aprender a comportarse, sus respectivos amos también deben aprender a enseñar a su mejor amigo. Para ello, no hay más que acudir a cualquier club de adiestramiento.
Iñaki Marquínez, instructor y propietario del Club de Adiestramiento Txapeldun de Hermua (Araba), comenta que generalmente «la mayoría se inscribe por el tema de obediencia y conducta», aunque también existen otro tipo de cursillos. En Txapeldun también se imparten cursos de rastreo, caza, rescate, agility -se trata de saltar diferentes obstáculos en un circuito variable en el menor tiempo posible- y de mondioring, una modalidad deportiva que se divide en ejercicios de obediencia, saltos y defensa.
Los motivos de acudir a un centro de adiestramiento suelen ser muy diversos. Puede ser que el perro no haga caso a las indicaciones, que arrastre a su dueño con la correa, que gruña cuando alguien se acerca a su comida o su juguete, que se obsesione con un rincón de la casa y lo destroce... «El animal dominante te va marcando desde que es un cachorro y cuando llega cierta edad el problema se va agravando», explica Marquínez. Por eso, resulta importante «erradicar» esas conductas, ya que cuanto más tiempo pase, el perro va ir asimilando ciertas experiencias que el dueño le ha permitido y «es ahí cuando llegan los problemas», asegura el instructor de Hermua.
Para la persona responsable del animal, los beneficios de haberlo llevado a «clase» son numerosos, «digamos que pasaría de tener un coche sin dirección asistida a tenerlo», bromea Marquínez. «Podríamos pasearlo sin problemas ya que no nos arrastraría de la correa, no se pelearía con otros animales, su conducta social hacia el ser humano sería adecuada y tendríamos la seguridad de que no se irá a la carretera». Aunque la educación del perro va en función a su madurez mental, en tres o cuatro meses suelen apreciarse los primeros resultados. Además, es recomendable adiestrarlo desde que es un cachorro, no obstante, nunca es tarde y según el experto cualquier ejemplar «puede ser adiestrado a cualquier edad».
«No existen razas peligrosas»
Existen ciertas razas de perro que a menudo suelen ser calificadas como peligrosas o agresivas, sin embargo, preguntado por ello, Marquínez discrepa. «En principio, no existen razas peligrosas, sino dueños que no tienen control sobre sus perros». Aún así, reconoce que si que «puede haber ciertas razas que tienen cierta predisposición a según que cosas, por ejemplo, a ser más tercos», pero nada más allá de unas buenas lecciones de comportamiento.
Por lo general, lo que más cuesta es educar a los dueños, «lo difícil es enseñar al amo al comportamiento que debe de aplicar al animal», comenta Marquínez, que también colabora con la asociación protectora de animales de Gasteiz APASOS diagnosticando las conductas agresivas que puedan tener algunos canes. En ese sentido, «lo más importante es educar al dueño, ya que el perro asimila rápido las pautas y a su guía le cuesta más». Es importante tener en cuenta, que «los malos hábitos que adquiere la mascota, a su dueño también le cuesta quitarlos», asegura Marquínez.
La metodología a seguir suele variar según la edad, raza y carácter del ejemplar y de su dueño. Aun así, algunos de los ejercicios más típicos suelen ser hacer un seguimiento sin correa, indicar a la mascota que se siente, hacer una llamada y que él se acerque a nosotros, ejercicios con otros perros,... Lo primordial es tratar a los animales con «el máximo respeto y proporcionalidad», destaca Marquínez.
Zuriñe ETXEBERRIA