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Brown afronta el congreso de la despedida en un clima pesimista

El Partido Laborista del cada vez más impopular Gordon Brown celebra su último congreso antes de unas elecciones generales que, según los sondeos, debería perder ante la oposición conservadora de David Cameron. La reunión anual del laborismo, que tendrá lugar hasta el jueves en la ciudad de Brighton, dará el pistoletazo de salida de la larga campaña para los comicios previstos para junio de 2010.
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El primer ministro británico, Gordon Brown, afronta desde hoy el que puede ser su último congreso como jefe del Gobierno y líder de los laboristas, en un ambiente de claro pesimismo entre los afiliados por la perspectiva, confirmada por todas las encuestas, de perder las próximas elecciones.

En vísperas del inicio de la reunión anual de delegados, que se celebra hasta el 1 de octubre en la localidad costera de Brighton, los periodistas y observadores no lograban ayer percibir debates internos ni conspira- ciones para derrocar al líder, que ya ha advertido en numerosas ocasiones de que no tiene intención de dejar el poder antes de pasar por las urnas.

«Aunque no lo admitan públicamente, muchos diputados han tirado ya la toalla» en cuanto a ganar los comicios previstos para junio de 2010, declaraba a la agencia Efe el experto en política de la London School of Economics (LSE) Tony Travis.

Para Travis, el congreso de este año se presenta relativamente tranquilo y marcado por «un resignado pesimismo», sin que vayan a afectar demasiado los intentos de última hora de algunos miembros, como el ex ministro Charles Clarke, de avivar la polémica para forzar la dimisión de Brown.

Conocido simpatizante «blairista», Clarke aconsejó hace unos días al primer ministro que dimitiera «por dignidad» y para evitar una catástrofe electoral -le sugirió incluso que adujera problemas de salud-, a lo que el jefe del Gobierno respondió, una vez más, que estaba en buena forma y tenía «trabajo que hacer». Aunque fuera cierta la «profecía» de Clarke de que si Brown es el candidato laborista en las elecciones el partido se arriesga a más de una década en la oposición, según Travis, «poco se puede hacer a estas alturas». Tras varios intentos en los últimos meses de dar un golpe interno y sustituirle -idealmente, según algunas fuentes, por los ministros Alan Johnson o David Miliband-, ahora no parece haber ningún voluntario dispuesto a ofrecerse para tan desagradecida tarea. «Sea quien sea el candidato laborista, todo apunta a que el partido va a perder las próximas legislativas», afirma Travis.

«Las encuestas les dan un apoyo del 20 al 25% -prosigue-, un porcentaje muy bajo para uno de los mayores partidos del país y, además, parece que el electorado británico, como suele hacer de vez en cuando -lo hizo en 1997 con los conservadores- ya ha decidido que quiere un cambio».

La formación laborista británica depende del apoyo económico y moral de los sindicatos, quienes, frustrados por la crónica falta de auténticas políticas de izquierda, ya han anunciado varias manifestaciones para la jornada inaugural del congreso.

TORIES

La primera semana de octubre le llegará el turno al Partido Conservador. Los Tories, que derrotaron a Brown en las elecciones europeas y locales de junio, tenían una ventaja de 17 puntos en el último sondeo Mori realizado en agosto.

LOCKERBIE

El aumento casi diario del número de bajas registradas entre las tropas británicas en Afganistán contribuye a la impopularidad de Brown, a quien también se critica su falta de reacción tras la excarcelación del único condenado por el atentado de Lockerbie.

Problemas heredados y un timonel incapaz

Muchos de los problemas que no dejan dormir a pierna suelta a Gordon Brown son heredados, como la polémica «guerra» o invasión y ocupación de Afganistán y la impopularidad del partido (que ganó en 2005 con una participación de sólo el 36%), pero él no ha sido capaz de cambiar el rumbo.

En parte, apunta el experto en política de la London School of Economics Tony Travis, esto se debe a que «no tiene dotes de comunicador», al contrario que Blair y, en buena medida, el líder de los conservadores, David Cameron (a quien algunos medios dan ya por futuro primer ministro). Aunque trabaja duro y ha cosechado algún éxito, «no ha sabido capitalizarlo».

Incluso su gestión, reconocida internacionalmente por los medios más poderosos, de la crisis crediticia, queda empañada por el hecho de que «todo el mundo sabe que él era ministro de Economía cuando se construyó el sistema financiero que acaba de derrumbarse», señala el académico.

En el congreso del 2010, si los laboristas han perdido las elecciones, tal vez haya «un baño de sangre», aventura Travis, pero este año, en Brighton, se espera un ambiente muy diferente: «no les quedará otra que apretar los dientes y aguantarse». El partido se halla hoy en día con su militancia bajo mínimos -según datos de la Comisión Electoral, ha caído un 39%, hasta 166.247 afiliados, desde antes de la invasión y ocupación de Irak- y, además, pocas donaciones. Mal asunto cuando un 54% de los votantes opina que el primer ministro debería dimitir como líder del Partido Laborista antes de las elecciones del 2010. GARA

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