Alderdi eguna 2009
La militancia del PNV compone una ikurriña de 17.000 metros cuadrados
El PNV reunió ayer en Foronda a miles de personas que compusieron con cartulinas un gran mural en forma de ikurriña. Fue el momento más llamativo de un Alderdi Eguna, el primero sin que el lehendakari pertenezca a la formación jeltzale, que no aportó ningún elemento novedoso en el discurso de Iñigo Urkullu. Las palabras del presidente del EBB tampoco enfervorizaron a los asistentes, que sí aplaudieron con ganas al ausente Juan José Ibarretxe.
Iker BIZKARGUENAGA | GASTEIZ
«¡No podemos quedar mal!». La televisiva Ainhoa Goikoetxea arengaba en las campas de Foronda a los miles de jeltzales que se esforzaban por dibujar con cartulinas el mosaico tricolor que habían anunciado sus dirigentes. Aún quedaban unos pocos minutos para el momento decisivo, y Goikoetxea no escatimaba esfuerzos para que todo saliera como estaba previsto. «Mañana van a tener que sacar la ikurriña hasta en Antena 3», animaba. Y lo cierto es que no les quedó nada mal.
Si a las 12.00 algún avión hubiera aterrizado en el aeropuerto ubicado en este pequeño pueblo alavés, su tripulación habría visto una enorme ikurriña de 17.000 metros cuadrados (unos 95 de ancho por 175 de largo). La imagen que en directo emitía el helicóptero contratado por la organización era realmente espectacular. El veterano locutor de Euskadi Gaztea Joseina Etxeberria lo expresó así: «La mayor ikurriña que se haya hecho nunca es nuestra».
Teniendo en cuenta que los seguidores del PNV cabían con el holgura en el espacio marcado a tal efecto -de hecho, muchas cartulinas quedaron en el suelo- y que parte del terreno estaba ocupado por sillas, para la confección de la ikurriña hicieron falta en torno a unas 15.000 personas. Una gran cantidad de gente que en este país, salvo la izquierda abertzale, sólo el PNV es capaz de arrastrar a un acto público, pero que no se acerca a las imposibles cien mil personas que cada año difunden los mandatarios del partido.
Goikoetxea, Etxeberria y el músico y locutor Oihan Vega fueron los encargados de explicar a los asistentes qué es lo que tenían que hacer con las cartulinas rojas, verdes y blancas que se apilaban en el suelo, y de azuzar a quienes preferían compartir conversación, pote y pintxo en alguna de las txosnas. Estaba claro, sin embargo, que el desafío era de entidad, ya que poco después de las 11.30 las txosnas dejaron de servir para que todo el mundo participara en la construcción del mural.
La jornada, en cualquier caso, había comenzado mucho antes para la parroquia jeltzale, y para las 10.30 las parcelas adyacentes al lugar del mitin aparecían pobladas de coches y autobuses, la mayoría llegados desde Bizkaia. A esa hora se ofició una misa frente a la tribunal principal, a la que asistieron varias decenas de personas.
Especialmente gente mayor, pero también familias con niños y personas jóvenes, aprovecharon los minutos previos al discurso de Iñigo Urkullu para reencontrarse con viejos amigos y conocidos. Muchos de los asistentes portaban pegatinas con el lema «Independentzia. EAJ-PNV». Entre quienes paseaban anónimamente por carpas, puestos y txosnas había rostros conocidos como Erramun Osa -con una ikurriña en la mano- y Patxi Baztarrika.
Los aplausos, para Ibarretxe
Faltaban poco más de veinte minutos para que el presidente del EBB tomara la palabra cuando, precedido de un grupo de joaldunak, comenzó el tradicional desfile de los representantes municipales y de las delegaciones llegadas de otras tierras. Uno de los representantes políticos que quiso acompañar a sus colegas del PNV en su día grande fue el dirigente de Unió Democrática de Catalunya (UDC) Josep Antoni Duran i Lleida.
Fue un desfile más breve de lo habitual, y para cuando los asistentes quisieron darse cuenta la dirección jeltzale, encabezada por Urkullu, casi había alcanzado la tribuna. Tuvo que ser Goikoetxea quien desde el quiosco instalado en el centro de la campa pidiera a los presentes un aplauso para el líder de su partido. No se veían por ningún lado las efusivas muestras de cariño que solían recibir en ese mismo pasillo Xabier Arzalluz y el ayer ausente Juan José Ibarretxe.
Precisamente, fue el lehendakari, a pesar de no estar presente -se halla impartiendo clases en un país centroamericano- quien se llevó los mayores aplausos, tanto cuando Urkullu citó su nombre como cuando leyó el extracto de un mensaje que, dijo, le remitió el lunes. De hecho, fue la única vez que los asistentes interrumpieron con aplausos al mandatario jeltzale que, por contra, tuvo que pelearse cada aplauso de sus compañeros de partido, que parecían estar ahorrando esfuerzos para otras citas.
A mitad del discurso, las txosnas ya habían vuelto a abrir, y muchos prefirieron acercarse a por un refrigerio que acabar de oír la intervención. Ésta apenas duró media hora, y el acto concluyó con el canto de «Eusko abendaren ereserkia».
La composición de la ikurriña gigante era el acto central del Alderdi Eguna, y para que no cupiera ninguna duda también Iñigo Urkullu utilizó sus colores para fijar el guión de su discurso: «Blanco de paz, rojo de pasión y compromiso, verde de esperanza».
El presidente del EBB trajo a la memoria la llegada hace 30 años del lehendakari Leizaola y preguntó: «¿Quién no recuerda aquella gabardina blanca?». Lo puso como un ejemplo de la apuesta por la paz del PNV, en contraposición a ETA, de la que dijo que es «sólo muerte, sufrimiento y destrucción». El énfasis que Urkullu puso en estas palabras contrastó con la actitud del público, puesto que cuando el líder gritó «ETA kanpora! Euskadi Gora!», la afiliación tardó en reaccionar con sus aplausos y algún «gora!» aislado.
Y del blanco, Urkullu pasó al «rojo de la pasión por el país, del compromiso y el trabajo por los vascos y las vascas». En este apartado destacó el trabajo de los miles de alcaldes y concejales que en treinta años «ha sacado adelante cada uno de los municipios». Pero en esta parte del discurso el plato fuerte fue la crítica al «Pacto de las Vascongadas», que es como bautizó al «matrimonio de conveniencia» entre PSE y PP, «con separación de bienes». Les acusó de no tener otro programa que el de «que Euskadi no les dé problemas, que sea una comunidad más de España». Añadió que «no quitan la ikurriña, pero... al lado le colocan la española. Primero la española y luego... lo que haga falta. No van a suprimir el euskara, pero reducen las ayudas. Quieren limitar la red de centros vascos en el mundo Van a deshacer el proyecto de innovación. Envuelven a la Ertzaintza en su `fiesta de los carteles'. Diseñan una televisión sin mapa. Marean con los impuestos, pero no presentan una política económica. Detienen el Plan de Aceleración. No hay nuevas inversiones o proyectos. Sólo hay una cosa nueva: deuda. Van a endeudar Euskadi como España». En definitiva, concluyó que «no defienden Euskadi» y frente a ello, Urkullu sentenció que «los intereses de Euskadi los tenemos que defender nosotros».
El verde de la esperanza lo situó el presidente del EBB en futuros retoños estatutarios. Frente al incumplimiento del Estatuto de autonomía enfatizó que «tenemos el viejo roble de Estella [estatuto del 36], tenemos el roble de Gernika, tenemos el nuevo roble del Nuevo Estatuto Político y tenemos los retoños del roble del futuro». No avanzó más en este terreno y volvió a exigir que se cumpla el texto del 79.
Alabó Urkullu el trabajo del PNV en los últimos 30 años, que es el que le llevó a ganar las elecciones, y que es lo que «ha unido a los contrarios». Unos [PSE y PP] para desalojar al nacionalismo del gobierno de las instituciones. Otros [izquierda abertzale] para «superar el PNV». Pero «el PNV -aseguró- va a mantener sus señas de identidad: la responsabilidad, la estabilidad institucional y la defensa de Euskadi». Y se mostró dispuesto a pactar los presupuestos con Zapatero «por responsabilidad institucional y por Euskadi».
Por primera vez en 29 años, el presidente del EBB fue el único orador en el Alderdi Eguna. Pero Juan José Ibarretxe también estuvo presente. Urkullu leyó palabras de un mensaje que le remitió el lunes. La sola mención del apellido del lehendakari levantó una ovación espontánea. Luego, cuando Urkullu gritó «eskerrik asko, Juanjo. Gora Ibarretxe!» se escucharon los aplausos más largos.
Concluyó diciendo que «somos una nación y queremos decidir nuestro futuro, tenemos derecho a ser consultados». Iñaki IRIONDO