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Salud laboral

Hasta un 60% de las bajas laborales se deben al estrés

La Agencia europea para la Seguridad y la Salud en el trabajo ha publicado un informe sobre el estrés laboral. En él se evalúa su impacto en el empleo, ya que afecta a uno de cada cuatro empleados europeos y fija una serie de pautas a seguir para prevenir que crezca. Para ello, llama a humanizar los centros de trabajo.

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Juanjo BASTERRA

El estrés laboral es uno de los principales problemas para la salud y la seguridad en Europa, según detalla la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo que ha elaborado un informe exhaustivo sobre el riesgo que tiene y, a la vez, marca una serie de pautas para el trabajador y para el empresario para intentar que no se desarrolle y, en caso de llegar tarde a una acción preventiva, los pasos que se deben de dar para que, primero, el trabajador se recupere y, segundo, cómo se debe atenderle una vez que retorne a la actividad laboral diaria tras el período de baja profesional.

Casi el 25% de los trabajadores europeos están afectados por estrés, y los estudios indican que entre un 50% y un 60% de las bajas laborales están relacionadas con el mismo. A juicio de la Agencia Europea representa un enorme coste «tanto en sufrimiento humano como en perjuicios económicos». Se calcula que en la UE-15 en el año 2002 el coste ascendió a 20.000 millones, pero el mismo para estas fechas se habrá duplicado, como mínimo, según los datos prudentes que los expertos manejan al respecto.

El estrés en el trabajo puede afectar a personas de cualquier nivel. Puede aparecer en cualquier sector y en organizaciones de todo tipo de tamaño. Además, «afecta a la salud y la seguridad de las personas, pero también a la salud de las organizaciones y de las economías nacionales», como explica el informe europeo. Lo peor, según explica la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, se encuentra en que los estudios determinan que la incidencia de esta patología sico-social irá en aumento. «El estrés es el segundo problema de salud más común en el trabajo y afectaba al 22% de los trabajadores de la UE-27, en 2005, pero se sabe que estamos ya rondando el 25%, y es muy probable que aumente el número de personas que sufren dolencias relacionadas con el estrés provocadas o agravadas por el trabajo. El mundo del trabajo, en constante evolución, impone cada vez mayores demandas a los trabajadores debido a la racionalización y la externalización, la creciente necesidad de flexibilidad de las funciones y cualificaciones, el aumento de los contratos temporales, la creciente inseguridad en el trabajo y la intensificación de éste, que supone una mayor carga de trabajo y más presión, y el desequilibrio entre la vida laboral y familiar».

La Agencia Europea que dirige Jukka Takala advierte de que la reducción del estrés laboral y de los riesgos psicosociales «no es sólo una obligación moral, sino también un imperativo legal». Justifican, asimismo, la necesidad de reducir el estrés sólidos argumentos económicos. Se calcula que, en el año 2002, el coste económico anual del estrés laboral en la UE-15 fue de 20.000 millones de euros.

Los siguientes factores podrían ser causa de estrés: carga de trabajo excesiva o exposición a riesgos físicos; control que tienen los trabajadores sobre la manera de hacer su trabajo; comprensión que tienen los trabajadores de sus funciones; relaciones interpersonales, donde se incluyen problemas como el acoso y la violencia; apoyo que reciben los trabajadores de sus colegas y superiores, y formación que requieren los trabajadores para realizar su tarea.

A juicio de la Agencia Europea, que tiene su sede en Bilbo, «la gestión del estrés suele ir dirigida a las personas y no a las organizaciones. Sin embargo, la clave para prevenir el estrés laboral y los riesgos psicosociales reside en la organización y la gestión del trabajo. Prevenir las consecuencias del estrés laboral es mejor que reaccionar una vez que se han producido». Para reducirlo, propone conceder a los trabajadores tiempo suficiente para realizar sus tareas; ofrecer descripciones de trabajo claras; recompensar a los trabajadores por un buen rendimiento; permitir que los trabajadores presenten quejas y tomarlas en serio; conceder a los trabajadores la posibilidad de controlar su trabajo; reducir al mínimo los riesgos físicos; permitir que los trabajadores participen en las decisiones que les conciernen; adaptar la carga de trabajo a las capacidades y recursos de cada trabajador; diseñar tareas que sean estimulantes; definir claramente las funciones y responsabilidades en el trabajo; ofrecer oportunidades de interacción social, entre otras acciones a favor del empleado.

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