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Alpinismo Norte del Eiger

40 años después, Schäli y Jasper liberan la ruta japonesa del Eiger

Entre los pasados 28 y 31 de agosto, la cordada suizo-alemana puso el punto rojo a la también llamada ruta directísima (1.800 m) superando largos de hasta 8a y M5. Esta línea se convierte en el recorrido más difícil y exigente de la norte del Eiger (Alpes).

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Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Teníamos constancia de la presencia de Roger Schäli y Robert Jasper en el Eiger. Así nos lo hacían saber dos escaladores vascos. Eso sí, no pudieron aclararnos en qué fregado estaban metidos. Hace una semana, en cambio, recibimos un correo del propio Jasper: «Roger y yo hemos liberado la ruta japonesa».

Nueva punto rojo de esta cordada suizo-alemana, en este caso en la mítica cara norte del Eiger. Las dificultades lo dicen todo: 8a en libre y M5 en mixto. La ruta japonesa o directísima está considerada una de las aportaciones más importantes en ese marco alpino, y es que es la primera línea que se creó en la Rote Fluh. Una vía abierta en 1969; por lo tanto, 40 años después recibe su primer encadenamiento en libre. De esta forma, este recorrido en libre se presenta como lo más difícil y exigente de toda la cara norte del Eiger.

Esta ruta directísima fue abierta por un potente grupo de 6 alpinistas japoneses: Michiko Imai, Takio Kato, Yasuo Kato, Susumu Kubo, Hiromufi Amano y Satoru Negishi. La actividad fue épica, ya que pasaron un mes, entre el 15 de julio y 15 de agosto, dándole forma a la vía. Era 1969, y los japoneses tenían muy claro que querían salir por arriba. Para ello, utilizaron una táctica de asedio muy pesado. Unos datos claros: metieron 250 clavos y buriles de 6 milímetros y 2.400 metros de cuerda fija.

Eso sí, fueron los primeros en atreverse con la siempre enigmática, vertical y difícil (la que más rechazos ha ocasionado en la norte del Eiger) sección llamada Rote Fluh. Fueron 200 metros muy verticales y desplomados; un auténtico reto para aquella época. Terminan con la vía, nunca mejor dicho con la directísima: VI, A2, 1.800 metros.

Como adelantábamos, han tenido que transcurrir 40 años para que esta vía conociera su liberación. Fue entre los pasados 28 y 31 de agosto, y, como la cordada esperaba, la cosa no fue nada fácil.

Según adelanta a GARA el alemán Jasper, la idea de liberar esta ruta estuvo presente en su cabeza durante los últimos 6 años. Quería intentar liberar las dos secciones claves: la «fisura difícil» y el Rote Fluh: «Mi primer contacto con la directísima viene de 1991. Durante un intento en estilo alpino, me vi en medio de una terrible avalancha de piedras mientras escalaba el muro final y me tuve que dar media vuelta. Quedaba en el aire la pregunta de si el compacto Rote Fluh permitiría una escalada libre, y no sólo esta sección sino la ruta entera. Por otro lado, los oxidables buriles de los japoneses no me animaban a escalar hasta mis límites personales».

Pero esta idea del punto rojo no sólo rondó en los pensamientos del alemán. Su compañero de cordada, Schäli, también conocía de primera mano lo que se cocía en esa línea. En el año 2002 intentó una invernal. Un año más tarde, junto a su compatriota Simon Anthamatten, intentó liberarla en verano. Trabajaron la ruta durante todo el verano y consiguieron liberar la mayoría de los largos del Rote Fluh. Tras abrir una variante de difícil protección para «pasar» del largo clave, los dos suizos abandonaron el proyecto por culpa de otra avalancha de piedras. Schäli y Jasper, Jasper y Schäli estaban en la misma onda.

Cuatro jornadas para liberar

Tal y como nos adelanta Jasper, la liberación no empezó nada positiva: «Hacía 0 grados, cálido para ser la norte del Eiger. Nos encontramos negras marcas de agua por todo el Rote Fluh, exactamente por donde pensábamos escalar. Esta resbaladiza situación nos hizo pensar mucho si merecía la pena intentar el largo clave en esas condiciones. El famoso Hermann Buhl comparó el Rote Fluh con la norte de la Cima Oeste de Lavaredo: imposible en escalada libre. Si pasas un tramo de 7b/c tipo bloque sobre pequeños agujeros y microrregletas, tienes el movimiento clave (8a) en medio de una pared que es como dos veces los famosos domos graníticos de Yosemite».

Tras trabajar de lo lindo, la cordada consigue resolver el Rote Fluh. Pero por delante tenían por resolver el muro final que presentaba mala calidad de roca, continuas caídas de piedras y mal tiempo. Además, la mitad de los agarres del Rote Fluh estaban mojados así como dos de los largos más difíciles.

Paciencia y muchos pegues para aclarar la situación: «Con los dedos helados, aprieto un minicanto tras otro, mis ceñidos pies de gato resbalan constantemente porque no tengo sensibilidad en el dedo gordo. Sin mirar, escalo con los movimientos estudiados sin apenas sensaciones en los pies y en manos. Es sólo fuerza de voluntad lo que me hace seguir intentándolo y sacando recursos que no sabía que tenía. Al tercer intento consigo pasar el largo clave. ¡Podemos hacerlo!».

El día siguiente lo pasan en la tienda pequeña por el mal tiempo, justo en la zona llamada Stollenloch. Las previsiones, mejor dicho el barómetro, da buen tiempo para la tercera jornada. Aprovechan y empiezan a escalar de noche con la luz de las frontales. Enseguida superan el Segundo Nevero, una sección de hielo negro con piedras. Por delante el enorme y estremecedor muro final.

La cosa se pone «calentita», y es que tienen que escalar por el Pilar Roto: «Roca suelta con casi ninguna posibilidad de colocar buenas protecciones. Sólo unos pocos agujeros para ganchos perforados por los japoneses. Más caída de piedras. Casi es demasiada aventura. Una piedra del tamaño de un puño acierta con mi casco y casi lo rompe. Cansado, montamos la tienda. A pesar de la tortura de la caída de piedras, conseguimos recuperarnos algo».

Como en las jornadas anteriores, Schäli y Jasper se reparten los largos. Van rápidos; es el último día de la liberación. Schäli supera uno de los largos de VI/A2 que se convierte en un duro 7b. Después de muchos largos alpinos y terribles travesías llega a los neveros de la cima. Allí encuentran una vieja y helada mochila, probablemente de Jeff Lowe quien tuvo que ser rescatado en una apertura en solitario en 1991. «Estamos en la cima al calor de los últimos rayos de sol. En general, desde el segundo campo de nieve, la vía es muy expuesta a caída de piedras. La calidad en el Rote Fluh es buena, y, en cambio, en la parte superior muy pobre y además es difícil de proteger. Está hecho; la ruta japonesa queda liberada», señala Jasper.

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Roger Schäli y Robert Jasper ponen el punto rojo a la ruta japonesa o directísima abierta en 1969. Fueron 4 días de intensa actividad para 1.800 metros de escalada.

Lo más duro

Tras la liberación, esta vía se convierte en el itinerario más difícil y exigente en libre de la mítica cara norte del Eiger. Sus dificultades técnicas: 8a en libre y M5 en mixto.

Vía expuesta

Hay tramos muy expuestos a la caída de piedras. La calidad de la roca en Rote Fluh es buena, y muy pobre y mala de proteger en la sección superior.

PRoyecto comun

Tanto Schäli como Jasper tenían en mente la liberación de la directísima. Finalmente, se unen y logran el objetivo que Schäli lo tuvo a punto en 2003.

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