Como primera potencia mundial que fue, la Gran Bretaña siempre tuvo carácter expansivo. Y, desde luego, nadie si no los británicos mandaban en sus colonias. Quizá por ello, tanto Lewis Hamilton como Jenson Button, pero especialmente el de McLaren, ejercieron el mando en el Gran Premio de Singapur. No en vano, esta ciudad-estado fue colonia inglesa durante años.

Y es que en una pista especialmente exigente, un circuito urbano con el asfalto irregular y sucio, amén de unas paredes que quedaban peligrosamente cerca de los neumáticos de los monoplazas, todo ello añadido a que la carrera de Singapur se celebra de noche, ni Hamilton ni Button cometieron errores. El primero dominó desde la salida -de hecho, estuvo entrenando la arrancada tras sus malas puestas en escena en los últimos grandes premios- y, ayudado por su equipo, manejó la carrera a su antojo. Aunque primero Rosberg y después Vettel estuvieron rondando el alerón trasero del vigente campeón mundial, sendos errores alejaron a estos dos pilotos del podio.

Mientras, Jenson Button, igual que Robert Kubica o su propio compañero de equipo Rubens Barrichello, pasó desapercibido. El líder del mundial se guardó muy mucho de arriesgarse más de la cuenta mientras, aprovechándose de los errores ajenos, iba escalando posiciones. Además, su estrategia de ir más largo que Barrichello le salió a la perfección, ya que logró adelantar a Rubinho tras el segundo repostaje, para culminar la prueba por delante de éste.

A falta de cuatro carreras, Button aventaja en 15 puntos a su compañero de equipo, que es su más inmediato perseguidor. Si en las carreras que resta sigue exhibiendo la misma regularidad -cosa meritoria ya que padeció mucho de los frenos en los últimos giros-, parece casi imposible que el entorchado se le vaya de las manos.

Podio a los más regulares

La carrera tuvo pocos adelantamientos en pista y ni tan siquiera la salida del safety car, fruto de la colisión entre Sutil y Heidfield -que abandonó por primera vez después de 41 grandes premios consecutivos-, cambió en exceso el panorama de una carrera que, más que el talento, premió la regularidad.

Tanto Timo Glock como Fernando Alonso dieron un auténtico recital a este respecto. Mientras pilotos como Rosberg cometían demasiados errores -desde un adelantamiento irregular, a un exceso de velocidad en el pit lane hasta terminar fuera de carrera tras quedarse sin frenos-, los primeros daban las 61 vueltas de las que constaba la carrera como si en un carrusel se encontrasen.

De cualquier modo, en esa suerte de guerra fría que suponen los repostajes, Alonso retó a Glock al aguantar todo lo que pudo antes de volver a los boxes. El piloto de Toyota no perdió ni el ritmo ni los nervios, logrando así sumar una importante segunda plaza, como también fue importante para el piloto asturiano amarrar el escalón más bajo del podio en la primera carrera de Renault sin Flavio Briatore.

Si hubo algún perdedor en Singapur fue el equipo Ferrari. Con Fisichella aún en proceso de aprendizaje, Raikkonen deambuló en la parte trasera de la prueba -hasta el debutante Alguersuari estuvo cerca de adelantarlo- para «remontar» hasta la décima plaza.