Resulta habitual desde hace años que los comunicados de ETA sean valorados por los partidos e instituciones con fórmulas de manual y evitando matices. Incluso, en no pocas ocasiones, que lo hagan sin haber leído siquiera su contenido. La reacción más recurrida es la que expresan frases hechas como «ETA sólo tiene un comunicado que hacer» o «No tenemos nada que decir». Esta inercia volvió a manifestarse ayer en la mayor parte de las declaraciones sobre el comunicado emitido en el Gudari Eguna. Sin embargo, la existencia de novedades en el texto y en el tono empleado resulta evidente, y esta constatación se puede rastrear tras expresiones como las de José Antonio Pastor (PSE), que dijo que ETA «pretende enmarañar y confundir», o las de Leopoldo Barreda (PP), que argumentó en réplica a la organización que la sociedad vasca «ya habla y se pronuncia continuamente, y vive en democracia a pesar de ETA».

Entre otros elementos, el comunicado incluye una serie de preguntas dirigidas a los gobernantes españoles y vascos que se pueden presentar como retóricas, pero que tienen una importancia política insoslayable. La organización armada avanza en el propio comunicado que no espera tener respuestas. Las haya o no, se trata de interrogantes que no sólo están en este mensaje, sino en la mente de cualquier ciudadano vasco y de cualquier demócrata del mundo que se interese por el conflicto político de Euskal Herria. Y que, por tanto, algún día deberán tener respuesta real y no el «ya hay democracia» lanzado ayer por Pastor y Barreda que no pasa ninguna mínima prueba del algodón.

En paralelo a estos interrogantes que quedan abiertos, ETA afirma que tiene «voluntad y disposición total» para emprender «un proceso democrático», y sitúa su posición como una «oferta». Los agentes políticos tienen dos posibilidades frente a ello: limitarse a reiterar las lecturas planas o situarse ante esas preguntas que tienen mucho relieve y explorar las opciones de avanzar. Resulta imposible imaginar una solución sin que cada uno de los agentes se coloque ante el espejo de sus propias responsabilidades y se haga sus propios interrogantes.