Cédric Klapisch ha terminado su particular ciclo de viajes corales («Como en las mejores familias», «Una casa de locos» y «Las muñecas rusas») en París, retornando de alguna manera al punto de partida. El común denominador con los títulos citados es la presencia de su actor fetiche Romain Duris, alrededor del cual gira esta vez un reparto con más relumbrón que nunca, en el que figuran Juliette Binoche, Fabrice Lucchini, Albert Dupontel, Mélanie Laurent, Karin Viard o François Cluzet. Pasa que los parisinos no pueden ser gente corriente, así que sólo podían ser encarnados por rostros fuera de lo común.

Por lo demás, el esquema narrativo que sigue Klapisch es el tan explotado últimamente de las historias paralelas, con personajes que se entrecruzan de manera casual, según el modelo instaurado por el maestro Robert Altman. Las anécdotas son meros pretextos para fotografiar la ciudad eterna en todo su esplendor, de lo que se encarga Christophe Beaucarne. «París» no trata de descubrir rincones desconocidos para el visitante foráneo, sino que se complace en mostrar lugares emblemáticos como Montmartre, el cementerio de Père-Lachaise y, cómo no, la Torre Eiffel. Es una comedia romántica a lo «Manhattan» sobre un fondo de postal animada.