CRíTICA cine
«Rec 2»
Koldo LANDALUZE
Lejos de pretender el más difícil todavía, la pareja Jaume Balagueró-Paco Plaza lo único que ha querido es seguir exprimiendo el inesperado filón que encontraron con la excelente primera entrega, siguiendo la máxima del mínimo riesgo. “Rec 2” es un producto acomodado y envuelto en papel de celofán en el que todo funciona a base de un ritmo trepidante y una atmósfera que sigue resultando inquietante. A falta de una idea original –en la primera “Rec” quedaba todo dicho– , nada mejor que inflar el metraje a base de balas y más cámaras de vídeo. Este último elemento es, precisamente, el que más daño hace al filme, ya que, los pasillos y rincones del edificio pierden el contacto directo con el espectador que había logrado el primer equipo de televisión que acompañó a la patrulla de bomberos. Ahora, quince minutos después de que la reportera encarnada por Manuela Velasco fuese arrastrada hasta lo más profundo de las tinieblas de aquella azotea habitada por la niña Medeiros, irrumpen en el edificio del Eixample barcelonés un grupo de policías de élite para dar un poco de coherencia a los extraños sucesos que han ocurrido en la casa.
Ahora, son muchas más las cámaras y la película se asemeja en su estilo visual a uno de esos videojuegos en los que prima el gatillo fácil y el sobresalto al doblar una esquina. Para colmo de males, entre las diversas subtramas que cohabitan en el filme, se cuela una cuadrilla de adolescentes dispuesta a revivir en primera persona los angustiosos pasajes que se dan cita en una escenografía brillantemente recreada por el director de fotografía Pablo Rosso y cuya presencia lastra un desarrollo ya de por sí irregular que desemboca en un epílogo tramposo que abre, cómo no, una puerta a la posibilidad de rodar una entrega más. De todas formas, y a pesar de todos los peros que se le puedan poner a esta película, su técnica es irreprochable y Balagueró y Plaza nos recuerdan en algunas ocasiones el buen pulso que demuestran a la hora de inquietar al personal.