La Feria del Libro de Frankfurt, la más grande del mundo en el sector, inaugura hoy una edición que se prevé pueda ser una de las más polémicas de los últimos años, por la presencia de China como invitada de honor, el año en el que se cumple el veinte aniversario de la matanza de la plaza de Tianamen.

Las semanas anteriores al evento, han sido muchas las voces críticas que se preguntaban si no había sido un error la elección de China como invitada de honor, en vista de la situación de los Derechos Humanos en el país y las evidentes carencias que existen en lo que a la libertad de expresión se refiere. El director de la Feria, Jürgen Boos, sin embargo, ha insistido permanentemente en que la presencia de China en Frankfurt precisamente obligará a ese país a entrar en una discusión abierta sobre temas relacionados con los Derechos Humanos y la censura.

Boos argumenta que más de la mitad de los actos relacionados con China que tendrán lugar durante la Feria serán independientes de la representación oficial y estarán organizados por ONGs, editoriales independientes e instituciones privadas. Así, la presencia de algunos autores como Mo Yan o el Premio Nobel de Literatura Gao Xingjian, que vive exiliado en el Estado francés y tiene nacionalidad francesa, hacen esperar que la visión que se dé de China no vaya a ser sólo la oficial, sino que las periféricas darán lugar a discusiones que pueden tornarse álgidas. Gao se encuentra fuera del programa oficial de las autoridades de Beijing e invitado por su editorial alemana, pero es posible que su presencia despierte más atención que todo el pabellón chino junto.

Crítica abierta

Habrá también, según Boos, actos organizados por representantes de las minorías tibetana y por uigur, y no se puede descartar que, en el marco de la Feria, se convoquen manifestaciones contra China. «Se respetará el derecho de quien quiera manifestarse y los únicos límites son los que imponen las leyes de la República Federal de Alemania», ha dicho Boos al respecto.

La idea de tener a China como invitada de honor, según Boos, es vieja y ya uno de sus antecesores, Peter Weidhaas, se esforzó en lograr contactos con el mundo editorial de ese país. Sin embargo, en los años noventa, después de la matanza de Tianamen, las negociaciones se hicieron imposibles. Ahora Boos tiene la esperanza de que una discusión sea posible y dice que la parte oficial china está advertida de que tendrá que someterse a una crítica abierta.