Raimundo Fitero
Peor todavía
Poco se puede decir de cabras, tricornios acharolados, reyes, cornetas y desfiles militares. Allá ellos. Y si además consigue la primera estatal una buenísima audiencia retransmitiendo esos actos, pues ellos sabrán. Es su problema, es una descripción de su esencialidad, pero lo que nos parece inadmisible, peor todavía en todos los sentidos, es lo sucedido en La 2, la tarde del domingo, retransmitiendo desde la Cibeles de Madrid un acto impúdico en el que estaban involucradas supuestas «asociaciones culturales latinoamericanas» como se insistía en la sobre impresión.
«¡Viva la marcha! formaba parte de un programa llamado «Vivamérica» que se presenta como un acto multicultural que la Casa de América en Madrid organiza, curiosamente, alrededor del día de la raza, expresión criolla, tan querida por el franquismo. En La 2, la cadena que debería resguardarse de toda agresión comercial, se coloca una parada, un desfile, una especie de carnaval prefabricado en el que hacen desfilar a esas supuestas asociaciones culturales y lo retransmitido se queda reducido a grupos de baile, entre lo folclórico y lo turístico, de países andinos, caribeños, de todas las américas, pero que en todos los casos lo que intentan transmitir es una supuesta retórica erótica, festiva, bailonga. Con unos vestuarios que en ocasiones reproducían ancestrales vestuarios indígenas, pero que de una manera harto sospechosa se convertían en unas minifaldas festoneadas y con muchas pedrerías, que movían jóvenes muchachas convirtiendo todo aquello en una manifestación cabaretera, festivalera, del carnaval más tópico y fuera de cualquier conexión antropológica o cultural, para convertirse en un reclamo de un turismo realmente reprobable. Pues así sentimos que todo lo anterior, era lo que nos ofrecían con una realización desganada, sin medios, muy mala y una locución que en ocasiones pensábamos que estábamos conectados a una cadena local, de esas que viven de los contactos y de los tópicos más verbeneros. Sentimos dolor, rabia y pensamos en que toda la comunidad latinoamericana necesita un acto de desagravio televisivo, un petición de perdón grande y sincera.