El drama en el que se convirtió la vida de Frank Vandenbroucke encontró el final más temido en forma de muerte trágica el lunes por una embolia pulmonar a los 34 años en la soledad de un hotel de Senegal en el que se encontraba de vacaciones. A falta de datos oficiales, las causas de su prematura muerte resulta difícil buscarlas fuera del mundo de las drogas, los productos dopantes y el alcohol que han provocado que el mayor talento del ciclismo flamenco de los 90 haya sido protagonista en la última década sólo por escándalos.

Una vida dura que el propio VDB, la forma abreviada de su apellido por la que se le conocía, hizo pública en un relato autobiográfico que tituló «No soy Dios». En él venía a establecer el inicio de su decadencia en su máximo esplendor, en 1999, cuando ganó la Lieja Bastogne Lieja tras anunciar por televisión el punto exacto en el que iba a atacar y cumplirlo. Además venció la Het Volk, fue segundo en el Tour de Flandes y séptimo en la París Roubaix antes de que Cofidis le suspendiera tras aparecer implicado en una trama de dopaje con EPO y clembuterol liderada por Bernard Sainz, una de sus malas amistades a la que atribuyó en su autobiografía el inicio del consumo de sustancias dopantes y de drogas ese mismo año.

Fue exculpado por el Tribunal que le juzgó y volvió a correr en un gran final de año en el que ganó dos etapas y la regularidad de una Vuelta que acabó duodécimo y fue séptimo en el Mundial. Pero desde entonces dejó de ser noticia por sus éxitos.

Un comienzo prometedor

Esos que le habían permitido ganar desde muy joven con facilidad. Su tío Jan Luc, que también fue ciclista de gran nivel, le hizo debutar con el Lotto con sólo 19 años en el campo profesional y desde 1994 hasta 1999 ganó 50 carreras, entre las que destacaba la París Niza del 98.

A partir de 1999 dejó de ser noticia por sus triunfos y lo fue por los escándalos. En febrero del 2002 la Policía se incautó en su domicilio de sustancias dopantes y volvió a ser suspendido por seis meses. En 2002 le retiraron dos veces el carnet de conducir tras dar positivo en sendos controles de alcoholemia. En julio del 2004 disparó su escopeta en su domicilio en una discusión con Sarah, la mujer con la que tuvo su segunda hija, porque ésta quería separarse cansada por malos tratos que soportaba cuando estaba a merced de las drogas y el alcohol. Se trasmitió que entonces intentó suicidarse, cosa que repitió en junio del 2007, cuando tuvo que ser hospitalizado por sobredosis por el consumo de fármacos.

Además, en el 2006, tras ser despedido por Unibet, fue descubierto cuando corría una carrera de aficionados en Italia tras presentar una licencia falsa con la identidad de Francesco del Ponte -su nombre en italiano- y la fotografía de Tom Boonen.

Pese a todos estos problemas hasta este mismo año en el que llegó a ganar su última carrera profesional en una crono de La Boucle de l´Artois, siempre había algún equipo que le daba una última oportunidad, aunque en todos acababa mal por su carácter problemático. Ahora se encontraba sin equipo para la próxima temporada a pesar de que intentó buscar acomodo con su presencia en el Mundial de Mendrisio de hace dos semanas. Sólo pudo convencer al prestigioso preparador Aldo Sassi, el mismo de Evans y Basso. que declaró que «estoy sorprendido de verle tan bien, tanto en el plano físico como en el mental y quería trabajar conmigo en el Centro Mapei». Sassi estaba ilusionado, como tantos otros, por darle una última oportunidad para intentar recuperarse. Pero no podrá. Este drama no podía tener un final feliz.