El Ejército paquistaní bombardeó de nuevo ayer las zonas tribales del noroeste del país, bastión de los talibán, que anunciaron nuevos ataques tras reivindicar el atentado que el lunes causó al menos 48 muertos.

Las tropas gubernamentales paquistaníes continuaron ayer con la campaña de bombardeos aéreos iniciada en junio en las inestables zonas tribales fronterizas con Afganistán, afirmando haber matado a seis insurgentes en el Waziristán del Sur.

Este distrito es el bastión del Movimiento de los Talibán del Pakistán (TTP), responsable de la ola de atentados que se ha saldado con la muerte de cerca de 2.250 personas en Pakistán desde hace poco más de dos años y que ha continuado estos últimos días con cuatro ataques fatales, tres de ellos reivindicados por el TTP. El último tuvo lugar el lunes contra un convoy militar y mató a al menos 48 personas, la gran mayoría de ellos civiles.

A mediados de junio, el Gobierno prometió lanzar una vasta ofensiva terrestre en Waziristán del Sur, un territorio extremadamente montañoso, limítrofe con Afganistán y muy difícil de controlar. Pero el Ejército nunca no ha llevado a cabo de momento esa operación por tierra, limitándose a intentar debilitar a las fuerzas insurgentes mediante bombardeos aéreos.

El TTP reivindicó ayer el atentado suicida del lunes en un mercado abarrotado de Shangla (noroeste), el cuarto ataque fatal en una semana en el país. Azam Tariq, portavoz del TTP, informó también de que este grupo no pensaba poner fin sus ataques, y aseguró que «habrá más».

Además del de Shangla, los talibán reivindicaron el ataque suicida contra instalaciones de la ONU de hace una semana y el ataque contra el cuartel general del Ejército, el sábado.

Pakistán defendió ayer sus servicios de información, criticados por la oposición y la prensa tras estas acciones.