Katherine Heigl es una de esas jóvenes rubias que gusta al público que sigue adorando las comedias románticas, gracias a que Robert Luketic sabe dirigirla muy bien, como especialista del género. Todas sus películas han funcionado en taquilla, desde «Una rubia muy legal» a «La madre del novio», pasando por «El chico de tu vida». Su mérito consiste en que no necesita grandes estrellas para meterse a los espectadores en el bolsillo, según una fórmula austera que se repite con «La cruda realidad», cuyo presupuesto no ha llegado a los treinta millones de dólares. Lo más sorprendente es que ha buscado para su musa un compañero de reparto que, en principio, no se presta a una buena química de pareja, porque Gerard Butler resulta, al lado de la muñequita Heigl, demasiado corpulento, por no hablar de la fama de héroe épico que arrastra desde que protagonizó «300». Contra todo pronóstico, el duro actor logra estar divertido por medio de un tono autoparódico que acierta a controlar a plena satisfacción.

También es cierto que la línea argumental de «La cruda realidad» fuerza los contrastes entre las mujeres y los hombres, reeditando el eterno tema de la guerra de sexos. No porque los guionistas crean que la atracción entre los polos opuestos es la que sigue moviendo el mundo, sino por la sencilla razón de que da mucho juego en cuanto a la comicidad de las situaciones, con la cantidad de malentendidos y equívocos que genera.

El personaje de Gerard Butler es un completo machista, cuyo lenguaje nada políticamente correcto para los tiempos que corren resulta muy provocador de cara a las audiencias televisivas. Es incluido en el programa que presenta ella para levantarlo, pero el escándalo que el recién llegado arma la deja bastante tocada.

No obstante, él no tarda en darse cuenta de que la chica es demasiado remilgada para conquistar al hombre por el que suspira, por lo que se convertirá en su asesor sentimental y le dará consejos sobre como resultar más sexy y seductora en sus citas.