Otro modelo político, social y económico
La respuesta del movimiento sindical a la última operación policial contra la izquierda abertzale no debe analizarse ni como una reacción puramente antirrepresiva ni como una extralimitación en el papel que los sindicatos tienen en un sistema político democrático. Antes de nada, porque tal y como defendieron ayer sus portavoces, las detenciones de esta semana evidencian que éste no es un sistema democrático, ni siquiera en el sentido mínimo de la palabra. Por ello, la manifestación de mañana en Donostia refleja, sobre todo, que en Euskal Herria una parte importante de la sociedad, una mayoría social cuantificable no sólo políticamente sino también por su aportación a la cultura, a la economía y a la sociedad, cree que su nación debe ser construida en parámetros distintos a los establecidos por el corsé constitucional y estatutario impuesto tras los Pactos de la Moncloa, hace ahora treinta años. La razón básica es que, tal y como se ha mencionado, el sistema actual no es democrático y no responde a los intereses de la nación vasca y de la mayoría de sus habitantes.
No es casual que las centrales sindicales que convocan la movilización de mañana sean las mismas que el pasado 21 de mayo llevaron a cabo una huelga general para denunciar la responsabilidad de la clase empresarial y la complicidad de las instituciones y gobiernos en la crisis actual, así como para proponer un modelo socioeconómico más igualitario y justo. No es casual que Euskal Herria sea el único lugar del Estado español donde se ha realizado una movilización social de ese calado, pese a que el Estado español es uno de los más gravemente azotados por la crisis y su clase trabajadora la más castigada de Europa como consecuencia de ello.
La gravedad del ataque ha provocado que los sindicatos se unan y que se alcen con una sola voz contra la resignación social que el Estado busca con esta estrategia. Pero para articular esa mayoría que convierta el anhelado cambio sociopolítico en realidad es necesario que esa unión, en esta u otra forma, se traslade a otros ámbitos, principalmente al de los partidos soberanistas.