Maite SOROA | msoroa@gara.net
El fracaso en el espejo
Hay artículos de prensa que Freud analizaría con pasión. Sublimar los propios fracasos y tratar de evitar el espejo en el que se evidencia lo calamitoso de la propia experiencia es comportamiento digno de diván de siquiatra. Les pasa a algunos.
Kepa Aulestia, que fue de ETA, dio luego el «sí inequívoco» a la Constitución española y terminó naufragando al timón de Euskadiko Ezkerra, analizaba ayer en «El Correo Español» la última garzonada. Para aplaudir, claro.
Lamentaba Aulestia que el atropello de Garzón y Rubalcaba (y no necesariamente por ese orden) hubiera suscitado «la consabida acusación de que la Audiencia Nacional habría aplicado una orden gubernamental para abortar el plan que los presuntos dirigentes de la ilegalizada organización estarían tramando en su seno». ¿Qué otra cosa es, pues? ¿Qué han evitado? ¿Un atraco? ¿Una violación?
Para apuntalar el despropósito de Rubalcaba y Garzón (tal vez mejor por ese orden), Aulestia embestía contra Rafa Díez y Arnaldo Otegi: «ambos fueron intérpretes adocenados de las dos últimas rupturas de tregua por parte de ETA, y observadores comprensivos de los asesinatos con las que la banda rubricó ambas rupturas. No hay constancia pública alguna de que los detenidos estuviesen actuando con la misión de desarmar el camino hacia la independencia. Y de ser así es lógico pensar que expondrán su cometido como argumento nuclear de su defensa en la comparecencia ante el juez que ha ordenado su detención». Y es que Garzón, sostiene Aulestia, atiende a razones y argumentos, es juez justo y equitativo y no el perrito faldero del ministro de Interior de turno. ¡A otro perro con ese hueso!
En el fondo del artículo el ex de tantas cosas deposita la confesión de su conversión: «Ni la sociedad ni los poderes del Estado tienen por qué respetar, en actitud condescendiente, el ritmo supuestamente evolutivo de la izquierda abertzale mientras su comportamiento contribuya a la perpetuación de la amenaza terrorista. Es más, la sociedad y las instituciones tienen razones poderosas para mostrarse extremadamente exigentes respecto a eso que en la jerga de la izquierda abertzale se denomina `propuesta de calado', `iniciativa de solución' o, una vez más, `alternativa democrática'». Qué odioso es el espejo, ¿verdad Kepa?