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Karakorum Pakistán

Nuevas e interesantes aperturas en el valle Charakusa y el Uli Biaho

A pesar del mal tiempo reinante, varios grupos han realizado nuevas propuestas de escalada técnica en picos y murallones del Karakorum pakistaní.

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Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

Ya hace unos cuantos años que el valle de Charakusa (Karakorum, Pakistán) comenzó a tener sentido sobre todo para escaladores y alpinistas de tapias técnicas. Hoy en día, podemos asegurar que son muchos los que se concentran en las ya conocidas y también vírgenes paredes y picos de ese valle. Durante la pasada temporada, por ejemplo, en aquellos lares se concentraron un puñado de alpinistas internacionales: italianos, suizos, alemanes, australianos, neozelandeses... Y la verdad sea dicha, a pesar de las adversas condiciones climatológicas, algunas de las expediciones llevaron a cabo interesantes actividades; muchas de ellas, con sello de aperturas. Todas, cómo no, en picos muy técnicos, tanto en hielo, mixto como en roca.

Uno de esos grupos estaba formado por cuatro italianos: Rolando Larcher, Fabio Leoni, Michele Cagol y Elio Orlandi. Un cuarteto de categoría, con una muy buena y sólida base en paredones técnicos. Y todos ellos de la localidad de Trento.

En estos tres últimos años, el cuarteto italiano ha firmado actividades de envergadura. En el 2007, por ejemplo, abren en Cerro Cota 2000 (Patagonia) la vía «Osa ma non troppo» (700 m, 7b, A2+). Al año siguiente, también en Patagonia pero en la Torre Central del Paine dibujan «El Gordo, el Flaco y el Abuelito», una línea de 1.200 metros y dificultades de 7a+ y A3+.

En esta ocasión, los alpinistas de Trento se presentan en el valle de Charakusa, y en el pilar oeste del K7 escalan 1.500 metros nuevos (1.100 de roca y otros 470 de hielo y mixto, 7b y A2) a los que bautizan como «The children of Hushe».

Tal y como adelantan a GARA los protagonistas, la expedición en total duró un mes; por lo menos, hasta que llegaron a la civilización: «La expedición tuvo éxito, ya que escalamos una nueva ruta y no sufrimos «incidentes» de consideración. La nueva línea que trazamos está en pleno pilar oeste del K7, un pico que ya contaba con excelentes actividades firmadas por los Steve House, Nicolas Fravresse... La vía cuenta con 1.500 metros, y en nuestro caso llegamos hasta una altura de unos 5.700 metros. Fueron ocho días consecutivos de escalada. Las dificultades técnicas también fueron de consideración, pero lo más importante fue compartir la curiosidad en esta nueva aventura. El campamento base lo situamos a unos 4.200 metros».

A pesar de aclimatar, algunos de los escaladores sufrieron más de lo debido con la altura: «El mal de altura es algo sutil, llega de repente y te crea inseguridad. Además, el tiempo se portó peor que en Patagonia. Creíamos que estábamos en condiciones y decidimos quedarnos en la pared y terminar con nuestro objetivo. Después de una ajetreada ascensión, hicimos vivac a 5.500 metros. Unas horas más tarde, Rolando tenía problemas para respirar. El resultado: una noche de insomnio que la pasó sentado. A la mañana siguiente realizamos un rápido descenso hasta el campamento base».

Tras la recuperación de Larcher, el grupo estaba dispuesto a meterse de nuevo en la pared, pero Cagol enfermó con los mismos síntomas que sufrió Larcher: hinchazón de las extremidades. Otro día de espera, de nuevo intención de ponerse en marcha, y en esta ocasión es Orlandi el que enferma. «Afortunadamente, Elio se recuperó gracias a una droga llamada Diamox que ayuda en la aclimatación. Se recuperó sin tener que perder altura. De lo contrario hubiéramos dado por finalizada la expedición».

Tras estos contratiempos, el cuarteto finalmente tuvo la recompensa de finalizar con el objetivo; es decir, con los 1.500 metros nuevos en pleno pilar oeste del K7.

Más Charakusa

Sin salir de ese entorno de estéticos picos de granito, una expedición compuesta por australianos y neozelandeses escaló en Nafees Cap, es decir, uno de los grandes picos del valle que se encuentra junto al K7.

Los protagonistas de esta actividad, la de la apertura de la vía «Naughty Daddies» (630 m, 7b), fueron Adrian Laing y Scott Standen de Australia, y Bruce Dowrick y Jon Sendon de Nueva Zelanda.

Ya tenían referencias del Nafees Cap, y es que contaban con la lectura de la primera ascensión de hace dos años firmada por Nicolas y Olivier Favresse, Sean Villanueva y Adam Pustelnik. Estos escaladores crearon una línea de 1.300 metros, con dificultades de hasta 7c y con un estilo muy limpio. Para ser la primera al Nafees Cap, se trataba de una sobresaliente actividad.

El cuarteto australiano-neozelandés escaló justo a la izquierda de la vía citada y en la parte superior se unía a ella. Tras numerosas nevadas, muchos de los picos de los alrededores estaban intransitables, y el grupo se decantó por una línea de roca que estuviera seca. Finalmente tuvieron suerte: «La verdad sea dicha, no lo tuvimos nada fácil. El acceso era muy complicado. Tuvimos que subir dos secciones de hielo y roca para poder llegar a las primeras fisuras de la parte inferior de la línea. Durante las primeras seis jornadas, todas ellas en pared, abrimos diez largos con dificultades de hasta 7b».

Tras esas seis jornadas de trabajo, bajan al campo base, ya que Dowrick y Standen sufren del mal de altura. Tras la retirada de estos dos escaladores, sus compañeros Laing y Sendon deciden proseguir con la escalada. Los dos protagonistas pasaron otras cuatro jornadas en pared, y pudieron abrir ocho largos más. Una vez que llegaron al hombro, la vía de los australianos y nezozelandeses se une a la «Ledgeway to Heaven». Tras superar dos largos más, se dan media vuelta ya que la roca estaba tapizada por el hielo.

En el Uli Biaho

También hubo alpinistas que se decantaron por otras zonas. Los franceses Basile, Mathieu, Benoit y Jibe (desconocemos sus apellidos) tenían un objetivo muy duro: el pilar noreste del Uli Biaho (6.108 m).

Justo en su cara este se encuentra un paredón vertical de granito y hielo de 2.100 metros. Pero el pilar estaba muy expuesto en su parte superior con contínuas caídas de seracs y cornisas.

Deciden intentar escalar la parte baja del pilar y luego subir el glaciar colgante y el corredor que discurre por la cara este. Justamente este corredor se une a la cara sur (500 metros), ya sin riesgos objetivos.

Tras escalar 200 metros con tiradas de 6b+ y A3, vuelven al campo base. Tras un breve descanso, de nuevo se meten en la pared. Escalan más tiradas de artificial (A3), y llegan a la parte superior de la pared.

Llevan ya unos 1.000 metros de escalada. Dejan la roca a un lado, y se meten de lleno en un largo corredor de 600 metros en plena cara este del Uli Biaho. Un corredor con pendientes de entre 55º y 60º en hielo. Tras superarlo, los cuatro alpinistas se encuentran en el punto donde se unen las caras este y sur. Escalan por esta última vertiente hasta que el mal tiempo les detiene. En total, de los 2.100 metros previstos abren 1.600, con dificultades mantenidas y en estilo alpino.

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