Crónica | Fiesta de otoño en Igeldo
Encuentro y reivindicación de un pueblo dedicado a la agricultura
Agricultores de Igeldo mostraron ayer a la gente el trabajo que realizan en los caseríos. La feria fue el punto de encuentro de personas mayores que no se habían visto durante todo el año y se creó un bonito ambiente. Reivindicaron que son un pueblo, con su identidad y forma de ser, dedicado en gran medida a trabajar la tierra.
Maider IANTZI
En la Fiesta de Otoño invitan a comer a las abuelas y abuelos y entregan un pequeño regalo a las personas que tienen más edad; este año, a los hermanos Patxi y Martina Olasagasti. Luego, cada caserío monta su puesto y trae el ganado para enseñarlo a vecinas y vecinos.
Una de las curiosidades que se pudo ver fue la elaboración tradicional de colchones de lana de oveja, de la mano de Emakume Baserritarren Elkartea. Tal como recordaron Rosa, Presen, Maritxu, Pepi, Amelia y Maider, en otro tiempo solían realizar este trabajo una vez al año. Pisaban y cardaban la lana golpeándola con un bastón o con una herramienta llamada en euskara trailua, que consiste en dos varas atadas con una cuerda. Gracias a este invento, no es necesario arrodillarse.
Las baserritarras de Tolosa, Oiartzun, Idiazabal, Zizurkil y Gabiria también trabajaban sin parar para mostrar cómo quitarles el polvo y suavizar los colchones endurecidos por el uso y el paso del tiempo. «¡Esto es ideal para quitar la mala leche, llegaré a casa toda relajada!», expresaba una joven. Nunca antes había sacudido la lana, tampoco sus acompañantes, algunas de 60 años, pero todas han visto en casa cómo se hacía: en la entrada del caserío, poniendo una tela debajo y, si era posible, al sol.
Además de los problemas del caserío que afectan a toda la familia, ellas tienen otras preocupaciones: «Los hombres siempre se libran más fácilmente. Muy pocas veces se ocupan de cuidar a los mayores. Ahora más».
Mientras, los agricultores de Buztinzuri Txiki mostraban 24 clases de manzanas, aunque sólo vendían una, Errezil. El año pasado recogieron muchísimos frutos y después de un año tan bueno suele venir otro malo.
El caserío Ondazarte ofrecía leche pasteurizada, del día, en bricks y marmitas. Es el modo de vida de toda la familia, que vende sobre todo en Donostia, en restaurantes, obradores, heladerías y cafeterías. «Tenemos que creer en la importancia de nuestro trabajo; elaboramos un producto de calidad, lo controlamos de principio a fin y eso nos da confianza y fuerza», destacó Larraitz.
Kontxi y Leire, del caserío Muno de Ibaeta, viven de vender verduras y de las vacas. Kontxi tiene un puesto en la Bretxa y ha notado mucho la crisis. Opina que no se aprecia lo suficiente la labor de los baserritarras.