Y 35 para olvidar. Será cierto que en esto del basket, como en cualquier modalidad deportiva, lo importante es ganar. Son deportistas profesionales que se deben a resultados, y en ello se empeñan. Pero no es menos cierto que hay ocasiones en las que, aparte de vencer, el equipo debe ofrecer una nueva gama cromática de juego. Más, si cabe, después de haber ofrecido una pésima imagen como la que se produjo en Roma hace 3 días.

Ayer tenía el Baskonia ante sí una oportunidad inmejorable para remendar errores y mostrar su mejor versión frente a su hinchada. Una afición que, a pesar de ser consciente de los grandes cambios que se han producido este año, no acaba de ver carburar al club.

Pues lo dicho. El Baskonia, teniendo en cuenta la entidad del rival, tenía ayer una buena ocasión para recuperar sensaciones y afrontar los siguientes partidos con más garantías. Pero no lo hizo. ¿O sí? Quizá en parte.

Fue un partido muy igualado. Desde el inicio quedó patente el buen trabajo de scouting que realizó el cuerpo técnico de Curro Segura. Sabían a lo que jugaba el Baskonia, y sabían también sobre las bajas de sus exteriores, a las que se sumó a última hora Carl English por fiebre.

Con un quinteto de pocos centímetros y más veloz, lograron seguir el ritmo de los locales hasta el descanso. Un atinado Vasileiadis, y un efectivo Marc Jakcson eran los encargados de mantener a raya el ímpetu de Splitter, que, cómo no, fue el más destacado del Caja Laboral en ataque. 50-43 al descanso.

Pero los fantasmas del tercer cuarto volvieron a sobrevolar Gasteiz. El Obradoiro tiró de casta y un espectacular Djedovic fue el encargado de meter un parcial de 0-8 que puso a su equipo por encima. El Baskonia, en vez de reaccionar y poner freno a la sangría, ofreció más facilidades, aún. La dinámica no bajó y los gallegos llegaron a mandar con contundencia en el marcador (61-69).

Más uñas que pipas en el suelo

Ivanovic lo intentaba de todas las maneras posibles; con Marcelinho y Ribas en pista, con Splitter y Barac... pero no dio con la fórmula. El Xacobeo anotaba con demasiada facilidad, gracias, en parte, a una defensa muy blanda. El aumento de la distancia en el luminoso provocó nervios entre la afición, y el suelo del pabellón se llenó de más uñas que pipas

Pero en una de estas, casi como de casualidad, surgió la combinación ganadora. Pau Ribas, que jugó un partido más que aceptable, se enfundó el chándal de superhéroe y acudió al rescate de su equipo. El catalán endosó una serie de triples que desarmó las hasta entonces férreas defensas del equipo de Curro Segura.

Ese empuje también se contagió entre los demás compañeros del equipo. El conjunto gasteiztarra dejó para este tramo final del partido las mejores defensas. Bastaron 5 minutos de acierto en ataque y un poco de chispa en tareas de contención para que el Xacobeo quedara totalmente anulado. He ahí la prueba de que este equipo tiene potencial, si es que lo quiere aprovechar, claro.

«Vaya partidazo que ha jugado el Baskonia hoy». Eran las palabras de un compañero de prensa, que llegó al pabellón a cinco minutos del final, después de cubrir lo acontecido en Mendizorrotza. Y no le faltó razón, ya que 5 minutos de espectáculo por todo lo alto remendaron 35 minutos de mediocridad.