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El agradecimiento a Mikel González, hasta su retirada

Joseba ITURRIA

Aunque hay que dar su mérito al Consejo, que ha hecho un gran esfuerzo, la clave de la renovación de Mikel González radica en su voluntad de comprometerse con la Real en un momento tan delicado sin buscar una salida egoísta.

Acababa contrato en junio y con su nivel y los problemas que ven en el puesto de central los técnicos del Athletic -que esta semana ha aprobado destinar al primer equipo cuatro veces más que la Real- en enero iba a tener la posibilidad de aceptar un contrato que, con la prima de fichaje, iba a ser más del doble de lo firmado. Por eso uno se siente, como guipuzcoano y realista, orgulloso de ser representado por jóvenes que anteponen el sentimiento de un pueblo a otras cosas, a diferencia de lo que hizo Díaz de Zerio. Porque el caso de Castillo es diferente. Es vizcaino, en su época de juveniles prefirió la Real al Athletic porque le permitía compaginar fútbol y pelota, y es normal que ahora quiera ganar más y jugar en Primera en el club de su herrialde, además dejando un dinero a la Real.

Hace siete años otro jugador de Arrasate, Aitor López Rekarte, cuando también la Real era líder, en Primera, se encontraba en su mejor momento y podía aprovecharlo y esperar a enero para salir al mercado y tener un contrato mejor. No quiso esperar, firmó por la Real y mejor no recordar cómo se lo agradecieron luego algunos.

En aquella temporada 2002-03 había doce jugadores formados en Zubieta en la plantilla del subcampeonato y sólo Pikabea, que no jugó un minuto, pudo terminar su carrera en la Real ese mismo año. Y lo más grave es que nueve -sólo queda Aranburu y Xabi Alonso se marchó traspasado al Liverpool- lo hicieron porque no les querían en la Real y todos menos Gurrutxaga, que ahora juega en Segunda, fueron o acabaron en Primera. Alberto, que también vivió lo suyo en casa, fue Zamora de Segunda y subió con el Valladolid a Primera. Aitor fichó por el Almería. Aranzabal -el mayor ejemplo de jugador que renuncia a ganar dinero por seguir en la Real- rescindió su contrato y fue al Zaragoza tras no poder soportar que en su último partido de Anoeta le abroncaran cuando salía con la nariz rota. De Pedro fue al Newcastle. Gabilondo sigue en el Athletic tras ver que en Anoeta se le pitaba como a Barkero, que la pasada temporada brilló en Primera, donde seguiría de no tener contrato para este año con el Numancia. Mikel Alonso también tuvo que aguantar lo suyo antes de irse al Tenerife, con el que ha subido y sigue en Primera. Y Llorente ha brillado en Valladolid y Villarreal tras no poder jugar en la Real.

Este fenómeno negativo de despachar a jugadores que valen para Primera cuando antes casi ninguno que recibía la baja en la Real aguantaba dos años en Segunda ha provocado que Aranburu (30) y Labaka (29) sean los únicos canteranos mayores de 27 años de la plantilla. Y desde el 2003 ningún producto de Zubieta ha podido retirarse de blanquiazul cuando eso ha sido una norma en este club y una necesidad porque, con lo que cuesta sacar un jugador de Primera, hay que exprimirlo al máximo cuando puede rendir en el campo y al bajar su nivel debe aportar en el vestuario.

Por eso el agradecimiento a Mikel y a todos los que se comprometan por la Real a costa de perder dinero no hay que tenerlo una semana, sino toda la vida y debería acabar su carrera en Anoeta sin que nadie le pite ni le critique lo que cobre cuando baje su nivel. Ojalá que lo pasado estos siete años haya servido para aprender.

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