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Martin Garitano Periodista

Un camino transitable

Se suceden en las últimas semanas las intervenciones de personalidades y organismos de prestigio internacional en relación con el caso vasco. El relator especial de la ONU Martin Scheinin dibujó un retrato muy aproximado a la realidad sobre la tortura y la falta de libertades y dejó escrita una sentencia: «Tener los mismos objetivos políticos que ETA no debería ser delito, ni tampoco la razón para ilegalizar partidos políticos si no tienen relación con la violencia». Huelga recordar que el Gobierno de Ares respondió cuestionando el grado de conocimiento que el relator pudiera tener de la sociedad vasca. El Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias, también de la ONU, denunció las detenciones y encarcelamientos de militantes de formaciones políticas. Se refería, en concreto, al caso del mahaikide Karmelo Landa. En este caso ni el Gobierno de Ares ni el de Pérez Rubalcaba se dignaron en contestar. El último en acercarse a Euskal Herria y proclamar las verdades del barquero ha sido Brian Currin. Sus palabras están en mente de todos. Otra vez, silencio administrativo.

El Gobierno español ha optado por la estrategia de la represión sostenida, indiferente a los llamamientos hechos desde la sensatez, aun a sabiendas del desgaste que le pueda suponer el desprecio sistemático de esas recomendaciones. Obcecado en lograr el desistimiento de los independentistas, combina la represión indiscriminada con los cantos de sirena a un jelkidismo apaleado y dispuesto a caer en la tentación.

El momento para las fuerzas independentistas es más que delicado. Porque también existe el riesgo de naufragio, no lo olvidemos. Por eso se hace más preciso que nunca izar el trapo y sacar el barco encallado a navegar. Ayudarán los distintos observadores de las instancias internacionales -y mucho-, pero el trabajo fundamental corresponde a quienes viajan en el barco. Porque de lo que se trata es de aumentar la tripulación y embarcar a muchos más pasajeros. Primero a los que ya estuvieron y, por una razón u otra, se quedaron un día en tierra. Urge tapar las vías de agua, fijar el rumbo y determinar las escalas. Hay mucha gente en puerto que a buen seguro se embarcaría en una singladura independentista. Pero, no nos engañemos, hay que ofrecer garantías de que la travesía llegará a destino. O, por lo menos, que se hará todo lo posible para llegar. A veces el camino es tan importante como la posada. Hagamos transitable el camino. Esa es, ahora mismo, la responsabilidad de la izquierda abertzale.

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