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Los talibán califican a Karzai de «marioneta de las potencias occidentales»

Al día siguiente de que se le proclamara presidente para un nuevo mandato de cinco años, los talibán atacaron con dureza a Hamid Karzai, calificándole de «marioneta de las potencias occidentales» y anunciando que continuarán con la insurgencia.

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El presidente afgano Hamid Karzai, que gobernará el país durante cinco años más, «no es más que una marioneta de las potencias occidentales que han decidido desde el comienzo que fuera elegido», según manifestaron ayer los talibán.

«La anulación de la segunda vuelta ha mostrado que las decisiones que se refieren a Afganistán se toman en Washington y en Londres antes de ser anunciadas en Kabul», señalaron los talibán en un comunicado difundido en Internet en nombre del Emirato Islámico de Afganistán, nombre que adoptó oficialmente el Gobierno de los talibán.

«Es sorprendente que los mismos que afirman que la marioneta Hamid Karzai está implicado en fraudes masivos e inaceptables le hayan elegido ahora como presidente en base a esos mismos votos fraudulentos y que Washington y Londres le hayan felicitado», añaden los talibán.

«Es una pena constatar que los ocupantes occidentales han gastado cerca de 500 millones de dólares [338,77 millones de euros] para las elecciones y han matado a decenas de nuestros compatriotas para garantizar la seguridad de la votación, para al final nombrar a la misma persona, aquella que les ha prometido servirles mejor», destacaron los talibán.

Según la ONU, el coste de las elecciones presidenciales afganas ha ascendido a 350 millones de dólares [237,14 millones de euros].

«El Emirato Islámico afirma al pueblo afgano que desbaratará las estratagemas de los colonizadores y su circo electoral, para perseguir el objetivo de un país unificado bajo una administración islámica», destaca el comunicado.

Asimismo, los talibán rechazaron la mano tendida que les ofreció Karzai, tras calificar su oferta de «palabrería carente de contenido».

«No damos ningún valor a la oferta de paz de Karzai porque sabemos que es palabrería carente de sentido», declaró Yusuf Ahmadi, portavoz habitual de los talibán en una entrevista telefónica con France Presse.

«No es la primera vez que Karzai hace este tipo de declaraciones. Ha dicho lo mismo varias veces. Es una marioneta y su gobierno es un gobierno de marionetas. No tiene autoridad para tomar esa decisión», añadió Ahmad.

Una serie de torpezas diplomáticas que acaban en el caos electoral

Las diez semanas de caos político que siguieron a la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 20 de agosto en Afganistán han estado jalonadas de una sucesión de torpezas diplomáticas que han acabado con la anulación de la segunda vuelta por imposición de los occidentales a Karzai.

En primer lugar, desde la noche de la calamitosa primera vuelta del 20 de agosto, las capitales occidentales saludaron «el éxito» de las elecciones. Algunos días más tarde, los observadores de la UE anunciaban que consideraban que un cuarto de las papeletas eran sospechosas de fraude. Tuvieron que ser anuladas.

Las presiones internacionales se han sucedido a lo largo de todo el proceso electoral.

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, llegó el lunes a Kabul justo antes del anuncio de la anulación de la segunda vuelta para reunirse con Karzai y Abdullah.

La ONU lideró la presión a Karzai, que estaba convencido de haber logrado la mayoría absoluta en la primera vuelta, para que aceptase la celebración de una segunda vuelta. Al final, tras la retirada de Abdullah, esta segunda vuelta con un solo candidato se había convertido en un serio problema.

La manera de gestionar estas elecciones es «el mayor error que ha cometido la comunidad internacional estos últimos ocho años», considera Nasrullah Stanikzai, de la Universidad de Kabul.

«La ONU ha mantenido una política de estricto cumplimiento de las reglas del proceso electoral. Respetar estos principios nos ha costado caro», trató de justificarse Adrian Edwards, portavoz de la ONU en Kabul.

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EEUU

La Administración de EEUU ha presionado a Karzai para que ponga en marcha una comisión anticorrupción para intentar recuperar algo de legitimidad, según publicó ayer «The New York Times».

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