Xabier Makazaga miembro de Torturaren Aurkako Taldea
Los negacionistas de la tortura en evidencia
Unos pocos datos, simples pero claros, sirven al autor para inferir un razonamiento lógico que desnuda la práctica de la tortura contra ciudadanos vascos. Existe una anomalía estadística imposible de explicar sin asumir la existencia del tormento a militantes vascos: las denuncias de malos tratos o torturas se multiplican en el caso del Estado español a diferencia de a otros estados europeos, incluido el francés, lo que deja en evidencia a los negacionistas de la tortura, si bien éstos se apoyan en el silencio de los grandes medios.
Cuando se ven confrontados a informes de organismos internacionales que denuncian la práctica de malos tratos y torturas en el Estado español, los negacionistas de la tortura alegan que dichos organismos también denuncian de modo similar a los restantes estados europeos. Dan así a entender que en nada se diferencia a ese respecto España del resto. Pero, suponiendo que así fuera, el porcentaje de denuncias de torturas que interponen los militantes vascos en los estados francés y español debería ser similar, ¿no? Sin embargo, en absoluto lo es.
Los siguientes datos hablan por sí solos: hasta el año 2000 ningún militante vasco había denunciado torturas en el Estado francés, y entre 2000 y 2008, en que según el Ministerio del Interior español fueron detenidas en Francia 356 personas en el contexto de la «lucha contra el terrorismo de ETA», tan sólo cuatro denunciaron maltrato. Mientras tanto, de las 955 personas que según dicho Ministerio fueron detenidas en ese mismo periodo de tiempo en el mismo contexto en España 630 denunciaron haber sufrido malos tratos o tortura según un estudio publicado en marzo pasado por la Dirección de Derechos Humanos del Departamento de Justicia del Gobierno vasco.
Las estadísticas arrojan, por lo tanto, unas cifras de lo más elocuentes: durante esos nueve años, no menos del 66% de las personas detenidas en España en el contexto de la «lucha contra el terrorismo de ETA» de que habla el Ministerio denunciaron malos tratos o torturas, mientras que sólo un 1% de las detenidas en Francia hizo otro tanto. Y además los hechos que denunciaron estas últimas fueron mucho menos graves. Basta comparar los cuatro testimonios de las personas que denunciaron haber sido maltratadas por la Policía francesa, que están incluidos en el informe del año 2003 de Torturaren Aurkako Taldea (TAT) con otros testimonios recogidos en el mismo informe para apercibirse de la enorme diferencia.
A la hora de valorar estos datos estadísticos, hay que tener en cuenta, además, que gran parte de los detenidos en el Estado español que el Ministerio del Interior relaciona con ETA nada tienen que ver con dicha organización (el porcentaje de los detenidos en el Estado francés que sí son militantes de ETA es sin duda mucho más alto), y que los verdaderos militantes de ETA son siempre torturados en caso de ser detenidos por la Policía o la Guardia Civil y conocer esos cuerpos de seguridad dicha militancia. Es otro tipo de militante, al que se atribuye falsamente relación con ETA, el que se libra, a veces, de los malos tratos y torturas en el Estado español.
Otro dato especialmente significativo es la enorme cantidad de autoinculpaciones y detalladísimas «confesiones» de militantes vascos que se producen en dependencias policiales españolas, mientras que no sucede en absoluto nada similar con el mismo tipo de personas en las francesas. Si en Francia «se niegan a declarar», tal y como remarcan los media españoles, ¿cómo consiguen en España semejantes declaraciones «con pelos y señales»?
Cuando Ibon Fernandez Iradi, el militante que denunció en 2003 los maltratos más duros por parte de la Policía francesa, fue juzgado en París en 2008, los acusados denunciaron que muchas de las acusaciones se basaban en declaraciones arrancadas bajo torturas a otros militantes por la Guardia Civil. Entonces el presidente del tribunal preguntó al policía francés que estaba testificando por qué los militantes de ETA se niegan a responder a las preguntas de los policías en Francia y aceptan hacerlo en España. La respuesta no se hizo esperar: en Francia los militantes tienen la consigna de permanecer callados durante la custodia policial. ¿Y en España? En España debe de ser diferente, por lo visto. La defensa insistió: ¿no se trataría más bien de una diferencia de «práctica» entre los dos estados? Y el policía respondió fríamente que él sabía lo que sucedía en Francia, no lo que pudiera suceder en España.
En el resumen ejecutivo de su «Informe sobre las denuncias de tortura en España», la Iniciativa Ciudadana Basta Ya niega toda credibilidad a «las denuncias de tortura que sistemáticamente presentan los miembros del grupo terrorista ETA contra las autoridades en España y Francia». La enorme diferencia entre el porcentaje de denuncias en ambos estados habla por sí sola, y podemos dar por descontado que tanto Basta Ya como el resto de negacionistas de la tortura en el Estado español harán lo imposible por ocultar estas cifras, calculadas a partir de datos del propio Ministerio del Interior español, porque dejan en absoluta evidencia todo su discurso manipulador. No disponen, ni por asomo, de argumento alguno para tratar de explicar semejante contraste entre ambos estados, pero con lo que sí que cuentan con creces es con el silencio cómplice de todos los grandes medios de comunicación que se niegan a hacerse eco de las denuncias de torturas, mientras que acogen con los brazos abiertos las intoxicaciones y manipulaciones de todos los negacionistas.
Entre ellas, las de las autoridades autonómicas vascas. Y no sólo ahora que el Gobierno vasco está en manos del PSE. Otro tanto sucedía cuando gobernaba el PNV, que nunca pudo explicar a qué se debió el más que llamativo contraste de que, según el antes mencionado estudio publicado por el Gobierno vasco, del año 2000 al 2003 fueran 112 las personas que denunciaron haber sufrido malos tratos y torturas por parte de la Ertzaintza tras ser detenidas por motivos relacionados con el conflicto político, mientras que absolutamente ninguna lo hizo en los cinco años posteriores, de 2004 a 2008. Semejante contraste dejó en total evidencia el argumento de que las denuncias eran falsas, porque en cuanto la Ertzaintza dejó de maltratar en comisaría a ese tipo de detenidos, dejaron de producirse dichas denuncias, y con ello quedó de manifiesto que eran las autoridades las que mentían.
Los irrefutables datos estadísticos que acabo de dar son silenciados de modo sistemático por todos quienes siguen construyendo un vergonzoso muro de silencio cómplice para negar la tortura, porque echan absolutamente por tierra el argumento que más utilizan los torturadores y sus cómplices. En efecto, esos datos están en absoluta contradicción con el archirrepetido argumento de que las denuncias son falsas (el supuesto famoso manual de los terroristas), y dejan al descubierto que los únicos mentirosos, y bien descarados por cierto, son los negacionistas que defienden el recto proceder de las fuerzas de seguridad cada vez que se producen denuncias de torturas.
Por eso, hay que poner de una vez por todas en su infame lugar a todos esos negacionistas de la tortura, que niegan hipócritamente su existencia permitiendo que permanezca impune, y recordarles que algún día tendrán que rendir cuentas por esa innegable complicidad con los torturadores ante una Comisión para la Verdad y la Reconciliación similar a la establecida en Sudáfrica tras el Apartheid. ¡Ojalá sea pronto!