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Mikel Arana Arquitecto e integrante de Donostia Bizirik

CO2 y micropartículas, industrias del desafío

 

Según el Informe Anual de Sostenibilidad 2009 del Ayuntamiento de Donostia, en el período 2005-2007 las emisiones de CO2 en el municipio han aumentado un 30,39%, alcanzando 1.575.392 toneladas equivalentes (tCO2e) anuales. Sin embargo, el municipio, con el Plan de Lucha contra el Cambio Climático PLCC 2008-2013, aventura que intentará frenar esta tendencia. El escenario elaborado por la empresa Factor CO2 atribuye a la ejecución íntegra del plan una reducción neta de emisiones de 213.320 tCO2e (13,54% sobre 2005), adicionales a no llevar a cabo ninguna medida municipal.

Existen elementos para pensar que es poco más que un guión para las ceremonias que se celebran aquí y fuera: por ejemplo, en Rovigo, Italia (2-4 abril 2008, Conferencia Europea del Clima), la directora de Departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento, Victoria Iglesias, arquitecta, en su ponencia «San Sebastián, los desafíos de una ciudad costera» precisó a la baja, asegurando que el desarrollo del plan preveía que la emisión de gases de efecto invernadero se redujese en un 9%, en relación a la del 2005, en el período 2008-2103; suponen 141.785 tCO2e, con reducciones en cuatro líneas estratégicas; 1) del 55% en transporte urbano (cambios del privado al público y a la movilidad no motorizada, uso de biofuel); 2) del 26% por menor generación de residuos urbanos y su gestión, («promoviendo el reciclaje y compostaje»); 3) del 16% por ahorro energético y mayor eficiencia en el uso de la energía eléctrica. ¿Y en la cuarta?

Tras un título de la ponencia, feliz tributo a un eslogan de promoción turística, que anunciaría, tal vez, algún tipo de reto energético asociado a la condición costera de la ciudad, el mar no se encuentra... El plan, que no la ponencia, menciona en sus 55 páginas una sola vez la palabra «incineración», refugiándose en eufemismos como «tratamiento final», «tratamiento en cola» o «valorización energética».

En Rovigo no se mencionó la incineradora que se trama en Zubieta y a la que el Ayuntamiento pone alfombra roja, aunque dejaron escrito que la cuarta línea estratégica del plan, ahora aparece, consiste en «proteger las áreas rurales naturales y los sumideros de carbono del municipio». Una incineradora es lo contrario a un sumidero de carbono (emplazada ésta, eso sí, en área rural natural y que parece ser incapaz de atraer turistas o congresistas, a no ser incineradores o médicos entre éstos). Tampoco se refirió, aunque apeló a la consabida «participación pública», a que el Consejo Asesor de Medio Ambiente de la ciudad rechazó la incineración de residuos ya en 2005. La ponencia no se refirió al coste «indicativo» del plan: 85.179.897 euros. Pecata minuta.

La incineradora que pretenden construir en Arzabaleta (Zubieta), capaz de dar fuego a 260.000 tm/año (al parecer diseñada para ampliarlas un 50% con una tercera línea), emitiría unas 117.146 tCO2e por año a partir del 2013. Suponen casi el 83% de las que el plan prevé ahorrar. Equivalen a las emisiones anuales de CO2 de 53.890 vehículos (el parque de Gipuzkoa es de unos 430.000). Y eso sin contar ni las notables emisiones durante la construcción del complejo ni, en explotación, las del transporte de 712 tm/día hasta el horno, ni las del acarreo y vertido de 205 tm/día de escorias y cenizas, que aumentarían considerablemente el cómputo, anulando todo el esfuerzo del plan municipal; plan que acaba en 2013, año en el que la voraz incineradora entraría en funcionamiento, grotesco relevo en la carrera nociva. Nada de esto se oyó en Rovigo. ¿Pretenderán gastar en el siguiente PLCC 2014-2018 el doble, o más, que en el actual para «ahorrar» el formidable plus de emisiones de una incineradora, aberrante industria, en marcha?

A 646 km. al sur de Rovigo, la mega-incineradora de Acerra (800.000 tm/año), en Nápoles, inaugurada por Berlusconi el pasado 27 de marzo, de «tecnología de ultimísima generación», vierte a la atmósfera muy por encima de los denominados «límites legales»: en 102 días de funcionamiento parcial supera la emisión de partículas PM-10 en 33 días, cuando son tolerados 35 por año. Y allí también suben mucho las tasas de basuras.

En el excelente documental sobre la emergencia-residuos de la Campania napolitana y el activo movimiento resistente a las incineradoras y vertederos, titulado «Una Montagna di Balle», estrenado en julio, el pediatra Ernesto Bugio, de Medici per l'Ambiente, manifiesta, acerca de las incineradoras, que «estas industrias son esencialmente inútiles en el plano energético, costosas en el plano económico y, sobre todo, producen y vierten a la atmósfera una cantidad notable de sustancias peligrosas como las dioxinas, los furanos, los policlorobifenilos, que son destructores endócrinos, como metales pesados que son cancerígenos y como las partículas ultrafinas, y no solo el famoso PM-10, sino el PM-0,1, y partículas tan finas y microscópicas van a los pulmones, pasan a la sangre y probable y seguramente llegan, al menos en parte, al sistema nervioso central en el cerebro, favoreciendo patologías que mayormente se manifiestan tras 15 ó 20 años. Una incineradora no es la alternativa, más bien produce vertederos más peligrosos porque al final lo que genera, quemando miles de toneladas de residuos, son escorias y cenizas aun más tóxicas que van a acabar en vertederos». Médicos de Donostialdea lo vienen diciendo desde hace años. No se sabe si el departamento de Dña. Victoria se interesa por uno de los mayores conflictos ambientales de Europa, pero sí que esto es lo que nos preparan, practicando un cinismo sin límites para intentar justificar la incineración.

Este calamitoso panorama revela algunos rasgos de la gestión que la institución hace de la nocividad, entre aspavientos sobre «el estado de urgencia ecológica que se aproxima». ¿Seremos tan estúpidos como para creer que nos van a sacar de esto quienes han fomentado, y siguen en ello, el asalto a los bienes comunes?: la destrucción «democrática» del entorno y de la salud es producto de la particular manera en que la socialdemocracia (en el municipio), junto a las organizaciones democristianas (en Euskal Herria), intentan organizar el banquete de los mega y micro egoísmos y saqueos; ahora dicen que quieren «movilizarnos» también «por el medio ambiente», a modo de infantilizada tropa. Pero su medio ambiente es casi siempre un desastre, objetivo de impactos y ráfagas de pretendidas «soluciones industriales», incluidas las sanitarias y «ambientales», presentadas con las sonrisas aceradas del «capitalismo verde» y de las eco-mafias: resistámonos, porque ¿Quién les cree...?

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