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Raimundo Fitero

El muro

Cuántos muros se han levantado desde que el de Berlín se convirtiera en un producto turístico? Las televisiones en todas sus graduaciones están haciendo, como siempre, historia-ficción, y ahora resulta que el muro cayó como consecuencia de una entrevista televisiva y de una pregunta mal entendida y mal contestada. De risa. No se lo pueden creer ni ellos, pero a los jóvenes y a los que la memoria solamente les funciona para recordar las veces que Atano ganó el manomanista, este fin de semana les han confundido de manera artera, les han llevado a una interpretación histórica de los hechos que se visualizaron en la apertura del famoso muro y la posterior caída escalonada de los regímenes donde se vivía en el socialismo real, o al menos en una versión que nos dejó muchos heridas y muchos muros mentales.

El día exacto en el que el muro empezó a derretirse se está convirtiendo en algo similar al Mayo del 68. Todo el mundo estaba allí. Todos tienen un trozo auténtico y verdaderamente falso del muro. Todos tienen explicaciones. El muro no existe, es una buena noticia, pero los problemas de la Humanidad crecen. El capitalismo se derrumba, pero lo apuntalan los propios capitalistas. Las ideas que llevaron a luchas contra el capitalismo de manera frontal, a través del socialismo y del comunismo, están más vivas y vigentes que nunca jamás, lo que pasa es que están ocultas bajo los cascotes de todos los derrumbamientos ideológicos que nos han llevado a este encefalograma plano en lo social y lo político.

Ahora hay muchos más muros, de cemento amado e ideológico. Las clases han sido laminadas por las apisonadoras del mercado y la desinformación televisiva organizada, pero hay más hambre que nunca, más miseria que nunca, más diferencias que nunca. Y esta degradación global tiene que ver con esa caída del muro, con ese fin de la Historia que proclamó un jocoso japonés, con el imperio desbocado, el capitalismo salvaje asilvestrado. Estaría bien que en alguna esquina de nuestra pantalla apareciera una voz, pequeña, que escapara de este akelarre demagógico sobre el muro. Berlín es una fiesta, pero no confundan al personal más de lo habitual.

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