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Que no vuelva a ocurrir un «caso Laffage»

El juicio por la muerte de Nagore Laffage está a punto de concluir una vez que, ayer, las partes presentaran sus informes. Tanto la acusación particular, como la popular y el fiscal pidieron que el acusado fuera condenado por el delito de «asesinato» y coincidieron en que el procesado actuó conscientemente. Sin embargo, llama la atención que el fiscal, aun manteniendo la calificación, rebajara la petición de los casi 20 que reclamaba inicialmente a los 17 que definitivamente solicitó, en aplicación de la atenuante de «reparación del daño» como consecuencia de la aportación económica que el acusado ha hecho a la familia Laffage.

Llama la atención esa rebaja en la petición porque la muerte de Nagore Laffage, tanto el móvil como el desarrollo de los hechos, difícilmente puede tener atenuante alguna, y difícilmente se puede reparar su pérdida, y así lo reconoció el propio fiscal. Llama la atención esa petición de 17 años cuando a la quema de un cajero automático puede suponerle a ciertos jóvenes, y de hecho ha ocurrido, una pena de 16 años. Pero también otros pormenores han llamado la atención a lo largo del juicio, como el hecho de que se negara que se está juzgando un caso de violencia contra las mujeres. Esa negación resulta aún más desalentadora viniendo de boca del presidente de la sala que juzga a Diego Yllanes, porque deja en evidencia una descontextualización que resulta ser una rémora para la lucha contra la violencia sexista.

No se trata, en cualquier caso, de aplicar la exigencia de elevación de condenas sin límite por sistema, como si ésa fuera la solución contra todo delito y como si el objetivo del castigo fuera la venganza, en una concepción del castigo más propia de la Edad Media. La propia madre de Nagore Laffage, Asun Casasola, puso ayer, una vez más, en su lugar esta cuestión afirmando que ella reclama «justicia, no venganza», y que de lo que se trata es de que no ocurran casos como el de su hija. Poco se puede añadir a sus palabras que, pronunciadas desde el inmenso dolor de quien ha sufrido una pérdida sin vuelta atrás posible, cobran mucho más valor.

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