Justo ayer tuvo que ser. No podían haber elegido otro día, no. Tenía que llegar el Baskonia para que el Barça empatara un récord histórico en cuanto a anotación exterior. No era suficiente con el talento defensivo y la velocidad del conjunto catalán, con lo que el Barça decidió que ayer podía ser un buen día para encestar la friolera de 18 triples, e igualar el récord que compartían con anterioridad el Joventut y el Fuenlabrada.

Claro que tampoco es cuestión de echar el muerto al espectacular acierto del conjunto blaugrana desde más allá de la línea de 6,25. Fue una derrota de las que hacen daño, de esas que entran hasta dentro y no se olvidan con facilidad. Pero sobre todo merecida. La superioridad del Barça fue abusiva en todos los aspectos del juego, y el Baskonia, quitando algún minuto del primer cuarto, fue un equipo a merced de un rival que le manejó a su antojo. Partiendo de que todo el mundo puede caer derrotado, lo que más preocupa a los baskonistas en el día después es el modo.

El partido empezó con un aplastante 9-0, pero el Baskonia reguló, y Dusko encontró la fórmula. Eliyahu y Splitter se encargaron de que el Baskonia no se descolgara y al final del cuarto la distancia era mínima: 20-17. Sin embargo, el Barcelona despertó. Los instintos asesinos de los de Xavi Pascual resurgieron con todo su esplendor y volvieron a su agresividad. Apretaron en defensa, cerraron las líneas de pase, y secaron de golpe las dubitativas intenciones de un Baskonia que no se lo creía, ni aparentaba creérselo. Unos cuantos robos, cuatro contraataques y un soberbio Navarro fueron suficientes para llegar al descanso con un premonitorio 50-36. Y es que la proporción se mantuvo hasta el final. Nada de maquillar el resultado.

«Desde la ambición al carácter»

Parece que el carácter Baskonia ha quedado relegado a un papel de puro marketing. Dusko no consiguió arengar a sus hombres, y el tercer cuarto empezó como acabó: con un parcial de 8-0. Hubo cambios de jugadores, intenciones ofensivas variadas, pero nada más. La defensa uno a uno, en la que tanta fe tiene el montenegrino, no cortó la hemorragia y el Barça siguió martilleando el aro gasteiztarra.

Ivanovic no reaccionó, pero miraba con impotencia el desarrollo del juego. En estático no se conseguía hacer ningún daño, pero es que al contragolpe el Barça era aún más peligroso.

Uno, que no es muy creyente en las estadísticas por todo lo que no plasman, no puede más que retorcerse al observar que el Baskonia salió del Palau con 17 balones perdidos. «Nos han pasado por encima, desde ambición al carácter». Eran las palabras de un compungido Pau Ribas a la salida del pabellón.

Sólo Tiago Splitter proporcionó un último alivio al corazón baskonista, con una exhibición anotadora en el último cuarto. El brasileño salió con 30 puntos de valoración.