DECLARACIÓN DE VOLUNTAD DE LA IZQUIERDA ABERTZALE
Un primer paso para el proceso democrático: principios y voluntad de la izquierda abertzale
El actual ordenamiento jurídico-político, que divide nuestro territorio y limita los derechos de sus ciudadanos y ciudadanas, se ha confirmado como un escenario que perpetúa el conflicto político y armado. No permite que la ciudadanía vasca pueda decidir sin cortapisas su propio futuro.
En ese contexto, se ha prolongado mucho más allá de lo que nadie debiera desear la situación de violencia y enfrentamiento armado, con los costes humanos y políticos que todos y todas conocemos. Es nuestra prioridad superar este escenario.
Estas últimas tres décadas de conflicto dejan sentada otra conclusión: somos un movimiento político al que el tiempo ha dado la razón. Así lo demuestran, desde aquella inicial exigencia de ruptura democrática respecto al régimen franquista, el «no» del Pueblo Vasco a la Constitución española, a la OTAN o a la central nuclear de Lemoiz. Así lo demuestra nuestro esfuerzo para evitar que la trampa del estatutismo se consolidara. Así lo demuestra nuestra frontal oposición al capitalismo salvaje.
No ha sido sólo en el terreno de la oposición y la protesta donde los y las independentistas hemos ganado batallas políticas e ideológicas. Las propuestas de solución y futuro realizadas por la izquierda abertzale han prendido en amplias capas de la sociedad, en ocasiones de forma mayoritaria. Las iniciativas para una solución negociada, los diseños para alcanzar un marco democrático o las dinámicas de construcción nacional, han posibilitado indudables avances en el proceso político vasco.
Estos últimos años se ha avanzado en ciertas cuestiones que han hecho no sólo deseable sino también posible materializar positivamente para toda la ciudadanía un cambio de ciclo; en el debate político abierto en la última década -que ha situado perfectamente los nudos a desatar para encontrar una solución-; en el trabajo y lucha incansables de miles de personas y sectores sociales que han permitido llegar hasta el umbral del deseado cambio político real; así como en la necesidad de dejar atrás las consecuencias perniciosas de este conflicto. Un cambio de ciclo que sustituya el enfrentamiento armado, el bloqueo y la falta de expectativa por el diálogo, el acuerdo y una solución justa estable y duradera para el país.
Con aciertos y errores hemos traído el proceso de liberación a la fase del cambio político. Ahora se trata de hacer ese cambio irreversible. Materializar el cambio exige también cambios en nosotros y nosotras mismas. Era necesaria una profunda reflexión y autocrítica, y la estamos haciendo.
La izquierda abertzale tiene bien presente que no se trata de conocer o esperar a lo que el resto de agentes están dispuestos a hacer, sino aquello que nosotros y nosotras debemos y tenemos que hacer. La nueva fase necesita de nuevas estrategias, de nuevas políticas de alianzas y de nuevos instrumentos.
Partiendo de que los objetivos a alcanzar en la nueva fase son el reconocimiento nacional de Euskal Herria y el reconocimiento del derecho de autodeterminación, para llegar al cambio se hace indispensable una creciente acumulación de fuerzas y llevar la confrontación con los estados al terreno donde éste es más débil, que no es otro que el político. Por ello, la lucha de masas, institucional e ideológica, el cambio en la relación de fuerzas y la búsqueda de apoyo en el concierto internacional deberán ser pilares fundamentales de la nueva estrategia.
El instrumento básico para la nueva fase política es el Proceso Democrático y su puesta en marcha, una decisión unilateral de la Izquierda Abertzale. Para su desarrollo se buscarán acuerdos bilaterales o multilaterales; con los agentes políticos vascos, con la comunidad internacional y con los estados para la superación del conflicto. En definitiva, el Proceso Democrático es la apuesta estratégica de la izquierda abertzale para ganar el cambio político y social.
Todas estas consideraciones están siendo comúnmente compartidas en la Izquierda Abertzale en el marco del debate que se está desarrollando en su seno con responsabilidad. Asimismo, a través de ese debate, se pretende afianzar como propios para toda su base militante y social los siguientes principios, que deseamos compartir ahora con la ciudadanía vasca, agentes políticos, sindicales y sociales del país así como con la Comunidad Internacional:
1. La voluntad popular expresada por vías pacíficas y democráticas, se constituye en la única referencia del proceso democrático de solución, tanto para confiar en su puesta en marcha y su óptimo desarrollo así como para alcanzar los acuerdos que deberá refrendar la propia ciudadanía. La Izquierda abertzale, como debieran hacer el resto de agentes, se compromete solemnemente a respetar en cada fase del proceso las decisiones que libre, pacífica y democráticamente vayan adoptando los ciudadanos y ciudadanas vascas.
2. El ordenamiento jurídico-político resultante en cada momento debe ser consecuencia de la voluntad popular y garante de derechos para el conjunto de los ciudadanos y ciudadanas. Los marcos legales vigentes en cada momento, no pueden ser obstáculo o freno a la voluntad popular libre y democráticamente expresada, sino garantes de su ejercicio.
3. Los acuerdos a alcanzar en el desarrollo del proceso democrático deberán respetar y regular los derechos reconocidos tanto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como demás normativa internacional concerniente a los Derechos Humanos, sean estos individuales o colectivos, entre ellos la Carta de Derechos de las Mujeres.
4. El diálogo político inclusivo y en igualdad de condiciones se constituye en la principal herramienta para alcanzar acuerdos entre las diferentes sensibilidades políticas del país. La izquierda abertzale muestra su total voluntad de formar parte de ese diálogo.
5. En el marco del proceso democrático, el diálogo entre las fuerzas políticas debe tener como objetivo un Acuerdo Político resolutorio, a refrendar por la ciudadanía. El acuerdo resultante deberá garantizar que todos los proyectos políticos puedan ser no sólo defendidos en condiciones de igualdad de oportunidades y ausencia de toda forma de coacción o injerencia, sino que además puedan ser materializados si ése es el deseo mayoritario de la ciudadanía vasca expresado a través de los procedimientos legales habilitados.
6. El proceso democrático tiene que desarrollarse en ausencia total de violencia y sin injerencias, mediante la utilización de vías y medios exclusivamente políticos y democráticos. Partimos del convencimiento de que ésta estrategia política posibilitará avances a través del Proceso Democrático. Sudáfrica e Irlanda son ejemplo de ello.
7. Reiteramos nuestro compromiso con la propuesta de Anoeta. Conforme a la misma, debe establecerse un proceso de diálogo y acuerdo multipartito y en igualdad de condiciones entre el conjunto de fuerzas políticas del país, que aborde la consecución de un marco democrático por el cual la ciudadanía pueda decidir libre y democráticamente sobre su futuro sin otro límite que la voluntad popular. Dicho proceso, entendemos debe regirse por los principios del senador Mitchell.
Por otro lado, debe establecerse un proceso de negociación entre ETA y el Estado español que verse sobre la desmilitarización del país, liberación de presos y presas políticas vascas, vuelta de exiliados y exiliadas y un tratamiento justo y equitativo al conjunto de víctimas del conflicto.
Por todo ello, nos reafirmamos en nuestra posición sin reservas con un proceso político pacífico y democrático para lograr una democracia inclusiva donde el pueblo vasco, libre y sin intimidación de ningún tipo, determine libremente su futuro».
Euskal Herria,
14 de Noviembre de 2009