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Zelaya: «¿Para qué quieren elegir un presidente, para que lo quite el ejército?»

Ayer se cumplieron dos meses desde que el presidente legítimo de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, se refugiara en la Embajada brasileña tras su sorpresivo regreso al país. En una entrevista con el periodista Arturo Cano («La Jornada») valora los entresijos de la situación actual.

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Ruben PASCUAL I

Cuánto tiempo le da usted al próximo presidente de Honduras? ¿No le parece una burla que llamen a elecciones para que las Fuerzas Armadas lo quiten cuando quieran?». Dos meses después de regresar a Tegucigalpa y cuando resta algo más de una semana para la fecha de las elecciones, las palabras del presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, parecen haber asumido que los comicios se llevarán cabo sin su restitución en el cargo.

Sin embargo, no es el único cambio que se desprende de la entrevista que concedida por el mandatario hondureño al diario mexicano «La Jornada». La doble moral empleada por Washington ha terminado por cansar al mismo Zelaya, que no duda en acusar al presidente Barack Obama de «cambiar su postura y fortalecer la dictadura».

El portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Ian Kelly, asegura que «no hemos cambiado nuestra política». «Aún tenemos a altos responsables involucrados intentado no que ambas partes se pongan de acuerdo, sino que implementen lo que ya se acordó», asegura.

Zelaya, que deja entrever una sonrisa, contesta a Kelly que «habíamos hecho un acuerdo de que las elecciones se iban a dar de forma pacífica, en forma concertada, con un acuerdo político, que se implementara y se ejecutara». Tras una pausa, concluye que «el acuerdo no se ha implementado, que venció el 5 de noviembre, que venció porque ellos cambiaron su posición».

«El senador [James] De Mint (republicano) dijo que habían hecho un trato, republicanos y demócratas, para reconocer las elecciones, con o sin mi restitución», recuerda el depuesto mandatario hondureño. «Después, la Administración Obama repitió lo mismo. Nos dejaron a la mitad del camino, en medio de la corriente; han debilitado, han dividido a la opinión pública internacional. Además, desacataron las resoluciones de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y desconocieron el espíritu del acuerdo que se firmó», insiste.

«El acuerdo tiene 12 puntos, pero es uno solo, integral y global: si uno de los puntos no se cumple el acuerdo no tiene validez, porque no hemos firmado doce acuerdos», sentencia desde la Embajada de Brasil.

En este sentido, recuerda a la Casa Blanca algo que parecen haber olvidado, precisamente que «yo soy el presidente de los hondureños» y, por tanto, «apoyar una actividad [las elecciones del próximo día 29 de noviembre] de un Gobierno ilícito que dio un golpe de Estado es violentar el acuerdo». Por ello, Zelaya considera que EEUU tendrá que «responder ante el derecho internacional».

El periodista pregunta a Zelaya que opina de sobre la interpretación que hicieron muchos medios de la carta enviada a Obama. Los medios de comunicación acusaban al mandatario hondureño de haber renunciado -mediante una epístola en la que sólo reprochaba a EEUU su cambio de actitud- a toda posibilidad de restitución en el cargo.

El presidente legítimo responde de manera concluyente: «las personas que saben leer no pueden expresarse así». «Fui totalmente claro y enfático: yo no acepto acuerdos para legitimar golpes de Estado. El acuerdo que me están proponiendo es que Micheletti dirija el Gobierno de unidad», explica, pero acto seguido puntualiza que «eso es un golpe de Estado más».

«Eso es lo que he dicho en la carta. Ahí nadie habla de renuncia, nadie habla de restitución, sino lo que dije fue que no acepto el acuerdo de retorno a la Presidencia para legitimar un golpe de Estado», aclara.

Elecciones

Visto lo visto, y salvo un cambio mayúsculo en la actual situación, parece inevitable que Honduras celebre unos comicios en medio de una gran convulsión.

Manteniendo su postura inicial, Zelaya reitera ante Cano su llamamiento a todos los candidatos para que se retiren del proceso electoral. «He instado a impugnar este proceso por ilegal, y por el futuro de nuestros hijos», señala.

«Estoy tratando que la conciencia del pueblo no se preste a legitimar un golpe de Estado. Las elecciones son para elegir presidente. ¿Lo elige el pueblo o las Fuerzas Armadas? ¿Para qué quieren elegir un presidente, para que lo quiten las Fuerzas Armadas? ¿Cuánto tiempo le da usted al próximo presidente? ¿No le parece una burla? Llamar a elecciones para que lo quiten las Fuerzas Armadas, si al anterior lo quitaron cuando se les ocurrió. Claro, las Fuerzas Armadas fueron el instrumento, no planificaron ni financiaron el golpe. Revertir el golpe antes de las elecciones era necesario para garantizar el respeto a la soberanía popular. ¿Qué sentido tiene llamar al pueblo para que decida si ellos son los que deciden? Es una burla. El que participe en una farsa como ésta, significa que es un instrumento para prestarse a que este país siga siendo manoseado por quien quiera. Y yo no participo en farsas ni en fraudes de esta naturaleza», apunta.

En ese sentido, insiste en que quería retornar al poder para llegar a las elecciones en democracia, libertad y con igualdad de oportunidades de participación. Pero se lamenta de que «aquí se aplica la política de las tres `pes', que es conocida en la historia de los golpes de Estado: palo y plomo para los enemigos, y plata para los amigos».

Por último, el periodista hace referencia a algunos de los líderes de la resistencia, quienes se preguntan por qué se firmó un acuerdo que ha prestado tantas escapatorias al Ejecutivo usurpador.

Por su parte, el presidente constitucional de la República hondureña defiende su actuación, alegando que «si yo en ese documento pusiera todo lo que quiero decir de los golpistas, o ellos todo lo que tienen que decir, el documento no se firma».

El texto suscrito estaba basado en el Acuerdo de San José -redactado por el presidente costarricense, Óscar Arias, que actuó de mediador- y, entre otras cuestiones, puntualizaba que debía ser el Congreso quien decidiera si restituir o no a Zelaya. Sin embargo, la Cámara aún no se ha pronunciado.

Micheletti deja el poder unos días y zelaya le pide que sea para siempre

El mandatario usurpador de Honduras, Roberto Micheletti, anunció ayer que dejará el ejercicio del poder durante unos días para permitir un espacio de «reflexión» ante las próximas elecciones, pero el mandatario legítimo, Manuel Zelaya, le pidió que lo haga «para siempre».

Micheletti no precisó quién encabezará el Gobierno de facto en su ausencia, pero subrayó que según la Constitución el «Gobierno operará de manera normal».

«Mi propósito, con esta medida, es que la atención de todos los hondureños y hondureñas esté concentrada en el proceso electoral y no en la crisis política» provocada tras el golpe de Estado.

Micheletti explicó que decide ausentarse porque cree prudente abrir un plazo de reflexión para que los hondureños ponderen la importancia del sufragio y la responsabilidad de elegir a nuestro próximo Gobierno.

Zelaya reaccionó señalando que «esta maniobra última de Micheletti es un barniz que él confiesa claramente con su posición, él es una mancha para la democracia». «Por eso está queriendo irse una semana, nosotros le pedimos que se vaya para siempre», dijo.

El presidente depuesto expresó que Micheletti ha confesado que «su maniobra de querer fingir que se retira una semana es una maniobra falsa, eso es para engañar a bobos».

«Esta maniobra significa ocultar la verdad de lo que está pasando en Honduras y de querer engañar a toda la comunidad internacional y al pueblo hondureño», acotó.

Zelaya, quien también pidió que las elecciones del 29 de noviembre se pospongan, reiteró que con la actitud que ahora manifiesta Micheletti se legitima su posición de que impugnará las elecciones.

Micheletti comentó que su «decisión podría ser malinterpretada intencionadamente por aquellos que con su conducta errática y su intención de provocar discordia dirán que es un signo de debilidad de mi Gobierno».

«Mi actuación debe interpretarse como un signo de fortaleza y confianza incuestionable en la institucionalidad de nuestro país, la cual queda demostrada con hechos, con realidades, y no con palabrería», apuntó.

Además, el presidente golpista advirtió de que reasumirá «inmediatamente» el poder «si lamentablemente ocurriera un trastorno general del orden y de la seguridad que amenace la paz de la nación y la tranquilidad del pueblo hondureño».

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