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Himalaya Fallecimiento

Tomaz Humar, adiós desde el Himalaya de un animal espiritual

El alpinista esloveno sufrió un accidente mientras escalaba la cara sur del Langtang Lirung (7.227 m, Nepal). Humar, sobre todo, destacaba por sus duras ascensiones en solitario.

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Andoni ARABAOLAZA | DONOSTIA

- Se ha muerto un colega montañero tuyo.

La noticia me deja asombrado, porque no tenía constancia de que hubiera pasado algo así a mi alrededor.

- Sí, ese fiera esloveno, o checo, o serbio... que se apellida Humar.

Bueno, eso de amigo... pues, la cosa no es para tanto. Sí, entrevisté en persona al esloveno y pasamos dos noches ciertamente locas, pero de ahí a ser amigos...

La noticia de su fallecimiento llegaba el día 14. Una vez más estaba escalando en solitario; en esta ocasión, en la cara sur del Langtang Lirung (7.227 m, Himalaya nepalí). Tras una grave caída, sufrió lesiones en la espalda y fracturas en costillas y una pierna. Vista la grave situación, fue el propio esloveno quien informó a sus allegados de que se iba para siempre. Finalmente, encuentraron su cuerpo a 5.600 metros de altura.

En la entrevista realizada ya hace siete años, definía a Humar como un «animal espiritual». Animal, por su «agresividad» a la hora de encarar sus empresas. Y espiritual, porque consideraba la montaña como un ser vivo. Así se expresaba el esloveno: «La montaña me comunica cosas; no puedo ir a la montaña sólo pensando en la actividad deportiva. La montaña o cada ruta tiene diferente energía. La montaña me ayuda a escapar de la rutina diaria. Es una libertad total. Yo hablo con ella, y espero su bendición; espero que me transmita lo suficiente para que sea capaz de sobrevivir. Estoy en este mundo para vivir, no para morir. Asimismo, soy un animal. Antes de emprender una ascensión tengo que estar espiritualmente limpio. Eso lo consigo a través de la meditación».

Y la verdad sea dicha, Humar necesitaba de eso y algo más para para encarar en «condiciones» sus actividades. Y es que todas ellas se caracterizaban por un alto componente de compromiso y dificultad técnica. Era un amante del solitario, y así lo certifican ascensiones como la del 2007 en la cara sur del Annapurna I o la actividad más comprometida y extraordinaria de su carrera, la sur del Dhaulagiri. Una escalada que no fue galardonada por el jurado del Piolet d´Or francés al considerarse «extremadamente peligrosa».

En cambio, sí ganó ese trofeo gracias a la primera ascensión de la cara noroeste del Ama Dablam en 1996, junto a su compañero Vanja Furlan.

Hablábamos de «su» Dhaulagiri, y esto era lo que nos comentaba en la entrevista realizada: «Antes de escalarlo, estuve varios años intentando leer la pared, hablando con ella... Allí también tuve un encuentro espiritual. Sufrí tanto que quería morir, morir físicamente. Llegué a estar espiritualmente con mis hijos, y me dijeron: «Papá, vuelve». Fue como un chute de vitalidad que me hizo despertar y reaccionar. Seguí escalando y sufriendo. Vi de nuevo a mis hijos, y decidí volver».

Fuerte, resistente, luchador... siempre ha estado en esa línea del límite. Un animal que se inspiraba en el boxeo: «No lo he practicado, pero aprendo del boxeo. Hay que subir montañas, pero hay que estar muy atento para que la siguiente ascensión no te deje KO. Me inspiro en ese deporte para no dejarme llevar por la montaña, para estar siempre arriba, siempre en forma. Lo importante es ser un animal: con toda la expeciencia que se tiene, a veces la gente cae».

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El alpinista esloveno se convirtió en una de las referencias mundiales de la escalada en el Himalaya; el propio Reinhold Messner lo reconoció.

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