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Raimundo Fitero

El colmo

El colmo de los colmos es perder un imperdible. O rodar una película en Cádiz con Tom Cruise de protagonista en la que se escapen unos toros por las calles del centro organizándose un encierro espontáneo que termina sin heridos porque existe alguna fuerza protectora. Probablemente se trate de promoción avanzada de la susodicha peli, pero lo que ha dado, televisivamente hablando, ese incidente es verdaderamente difícil de cuantificar. Ya han sacado chistes, chascarrillos y acabarán en las chirigotas de los próximos carnavales. Por cierto, vaya uno que escuché de refilón: «los americanos tienen un sueño y gana Obama. Los gaditanos tenemos sueño y nos vamos a la cama».

Casi todas las cadenas nos han ofrecido minutos con intervenciones de vecinos que se empiezan a toma la cosa con mucho humor, y todos cuentan aventuras como si lo toritos famélicos que nos han ofrecido en tomas lejanas fueran bestias corrupías. Eso sí, alguna negligencia existió en la producción. Y peligro.

Las unanimidades en la escaleta en los noticiarios empieza a ser demasiado sospechosa. Las mismas noticias y el mismo tono. A excepción de cuando tocamos asuntos de partidos con posibilidades de administrar las cuentas del estado, entonces, se pone cada uno su careta adecuada. En el resto, todo está permitido. Si sacan de una comisaría o juzgado a unos políticos trincones y aparecen esposados en la tele se monta un cirio, se invoca a la presunción de inocencia, al derecho a la imagen, etcétera, etcétera. Pero si se trata de jóvenes políticos vascos, con ganas de participar en el proceso de democratización de su país, entonces se sacan, con saña, reiteración y delectación las imágenes saliendo de sus casas para que queden marcados de por vida. Si las imágenes duelen, el apoyo literario es aberrante, demencial, desbocado, policial.

Eso es la libertad de expresión, según esos maestros de periodismo de las cloacas del sistema y de la democracia orgánica. Y claro, ese sistema de seguimiento llamado Sitel está mal para pillar a Camps con el carrito de los trajes, pero para ahogar toda posibilidad de participación política de algunos vascos, la cosa es magnífica. El colmo.

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