Oihana Llorente Periodista
Culpables de intentar cambiar el mundo
Cuál es el futuro de un pueblo con una juventud a la que se le niegan los derechos más básicos?». Esa es la pregunta que se hacen los padres y muchísimos ciudadanos después de ver como una generación más es condenada a la cárcel y al exilio.
Treinta y cuatro jóvenes están viviendo en este mismo instante un tormento, que ha tenido que padecer demasiados jóvenes. Y es que durante cinco días los agentes de la Policía española y de la Guardia Civil intentarán arrancarles inculpaciones que servirán como prueba para que un juez decida cuánto deben pagar por su compromiso.
Porque no nos vamos a engañar, todos los arrestados son culpables. Culpables de perder clases, e incluso de suspender alguna que otra asignatura, por dedicar su tiempo a intentar frenar un proceso que mercantilizará y cerrará las puertas de la educación a los que menos tienen. Culpables de pasar su tiempo adecentando espacios devastados para abrir sus puertas y llenarlos de color, en vez de chatear y jugar a los videojuegos en una lonja. Culpables de dedicar su juventud en reuniones interminables para formarse, debatir y soñar con una sociedad más justa. Culpables de viajar hasta Roma para, lejos de disfrutar de unos días de ocio, encadenarse en la embajada española para reivindicar la independencia de Euskal Herria y denunciar la desaparición del militante Jon Anza. Culpables al fin y al cabo de intentar cambiar un mundo injusto.
Estas razzias contra la juventud no son nuevas y precisamente ahí recae su ineficacia y el valor del compromiso de estos jóvenes independentistas. Este año se cumplen 30 desde que Jarrai echara a andar y desde entonces sus militantes han tenido que enfrentarse a la represión y a la cárcel. Es más, la mayoría de estos jóvenes son el testigo de una generación anterior que tuvo que pagar el compromiso con la misma moneda. Pese convivir con la sombra de la represión optaron por seguir con lo que les dictaba su conciencia para que el testigo de la independencia tuviera continuidad. Podrán cortar las flores, pero no podrán detener la primavera.