«Con la renta básica se podrían rechazar los empleos indignos»
Yannick Vanderborght, profesor de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, participó en Bilbo en el IX Simposium sobre Renta Básica de Ciudadanía. Discípulo de Philippe Van Parijs, inspirador de la renta básica de la ciudadanía, es uno de los impulsores de Basic Income Earth Network (BIEN) que impulsa el debate internacional sobre la puesta en marcha de ese ingreso universal ciudadano.
Juanjo BASTERRA
El debate sobre una renta básica de ciudadanía lleva ya décadas en Europa. Se puede definir como un ingreso incondicional y universal por el hecho de ser ciudadano, sea rico o pobre. Sus impulsores, entre ellos Yannick Vanderborght, creen que su puesta en marcha permitirá reducir la pobreza y, a la vez, reducir el poder de las políticas neoliberales. Como explica Daniel Raventós, presidente de la Red de Renta Básica, eliminaría en gran medida «las desigualdades sociales, que son un auténtico impedimento para la libertad de muchos millones de personas». Uno de los problemas para llevar adelante esta iniciativa, comparable a la instauración del sufragio universal, es su financiación. Yannick Vanderborght señala que no habría que implantarla de un sólo golpe, sino en varias etapas.
¿La Renta Básica sería costosa porque sería un derecho universal de cada uno de los ciudadanos de un país?
Lo primero de todo que tengo que decir que es una idea que puede inspirar otras muchas reformas, aparte de que nos pueda estimular más o menos en el corto plazo. Traerá, sin duda alguna, reformas de mayor calado a lo largo del tiempo, por su inspiración universal y de los derechos democráticos de la ciudadanía. No se me escapa pensar que resulta complicado implementarla de una sola vez, pero puede ser inspiradora de ideas, como la extensión de tipo universal de los beneficios para los niños, las pensiones universales o créditos a estudiantes de tipo universal.
¿Es válido el planteamiento de esa renta durante la crisis económica actual?
La idea de la renta básica puede ser vista como algo paradójica en tiempos de crisis y en tiempos de mucho desempleo, pero creo que es un buen momento para hablar de su desarrollo, como está ocurriendo en Holanda o en el debate que hay casi permanente en Estado español, donde tenemos altas tasas de desempleo. Lo cierto es que a la hora de hablar de los posibles desarrollos de la renta básica en tiempos de crisis una de las principales ideas que surjen y están encima de la mesa es el poder dar seguridad económica a la gente cuando queda apartada del trabajo, por el incremento del desempleo debido a la caída de la economía global. Es una salida real frente a la crisis.
¿Por qué?
Porque hay mucho paro. Sería una forma de permitir a la gente entrar o no en el mercado laboral. Con la renta básica de ciudadanía en el bolsillo, cada persona podría rechazar empleos indignos que en el momento actual está obligada a tomar. Es un dinero que más allá de entregar a los empleadores para dar trabajo, se da a los trabajadores. Así, se les refuerza en su posición en el mercado laboral y es su garantía. No es un dinero que se le pueda dar como bonificación empresarial, sino que reciben los trabajadores y son ellos los que deciden si entran o no al mercado laboral. En este momento es una alternativa clara al sufrimiento que está generando la crisis.
¿Por qué no aplican la renta básica de ciudadanía los países si permite salir de la crisis?
Hay que separar bien dos tipos de obstáculos y objeciones que se pueden plantear. Primero, la objeción de tipo financiero. En tiempos de crisis muchos gobiernos pueden pensar que hay una falta de dinero para poder implementar este tipo de programas. No podemos olvidar que la implantación de la renta básica sería un programa caro. Pero, si hay dinero para subvenciones a los protagonistas de los mercados financieros, a los banqueros y a las empresas, es de suponer que los gobiernos podrán dar dinero a los empleados a través de la renta básica de ciudadanía. No creo que ésta fuera la objeción que más tendríamos que tener en cuenta.
Entonces, ¿cuál?
Ahí voy con mi argumento. La objeción más importante, es el segundo problema que comentaba antes. Es de tipo ético o moral, me refiero a la idea de cómo dar dinero a la gente que no contribuye. Porque el actual sistema implica que la única manera de contribuir es hacerlo a través del mercado laboral, con un trabajo. Si conseguimos salvar esa opción, el obstáculo financiero será salvable.
¿Qué futuro se presenta? Porque ese obstáculo va a estar ahí.
Tenemos que distinguir bien a aquellos países que tienen un Estado del Bienestar desarrollado o los que que empiezan con la página en blanco, desde cero, como serían los casos de Brasil, Suráfrica o Namibia, por ejemplo. En aquellos estados como Europa o Estados Unidos, que tienen cierto Estado del Bienestar es más difícil, porque existe una inercia que te impide aplicar programas que respondan a otro tipo de ética, es decir que si no contribuyes desde el mercado laboral quedas fuera de las prestaciones. Pero en Namibia, Brasil, Suráfrica resulta sorprendente cómo esas ideas van tomando fuerza y, una vez que lo hacen, es muy difícil volver a la etapa anterior.
¿Cree necesario un mayor impulso de la renta básica de ciudadanía?
El debate en el Estado español, junto con la actividad alemana, cuenta con un desarrollo activo. Creo, sin embargo, que además de congresos académicos donde participan profesores universitarios tendría que desarrollarse una actividad social de los activistas en favor de la renta básica entre los sindicatos y los partidos políticos, propiciando alianzas. Se podría con los partidos políticos más afines: los verdes y los socialistas.
«En tiempo de crisis muchos gobiernos pueden pensar que hay una falta de dinero para poder implementar este tipo de programas. No podemos olvidar que implantar la renta básica sería caro, pero si han dado dinero a los banqueros es de suponer que éste no es problema»
«Creo que la principal objeción a esta iniciativa tiene que ver con la ética y la moral. Me refiero a la idea de cómo dar dinero a la gente que no contribuye, porque el actual sistema implica que la única manera es hacerlo por la vía del mercado laboral»
¿Ve reticencias entre los trabajadores a la renta básica?
Los trabajadores han tenido una concepción estrecha del trabajo, en vez de entenderlo como una actividad que va más allá del trabajo retribuido del mercado laboral, que abarca el trabajo de las amas de casa o de colaboradores de ONG, por ejemplo. Implica, no sólo los derechos, sino unas garantías materiales que te permiten ejercer los derechos, desde esa perspectiva más amplia. Por eso, creo que desde los partidos verdes es más fácil la defensa de la renta básica, porque los partidos de los trabajadores han tenido una visión más estrecha del trabajo considerándolo algo retribuido en el ámbito laboral. La renta básica de ciudadanía es un concepto amplio.
¿Se puede fijar un plazo para su implantación o es una utopía en el momento actual?
Hay que distinguir dos ámbitos: el europeo y el de cada Estado. Conozco varios partidos verdes que la han incluido ya en sus programas en Alemania y en Finlandia, pero alcanzan el poder y se olvidan. A nivel estatal es posible que vaya emergiendo, quizá más en los países del Sur, donde hay menos desarrollo del Estado del Bienestar. En tiempos de crisis sería un buen momento para avanzar hacia programas de tipo universal como tienen los escandinavos, pero se necesita una presión social.
Y, ¿a nivel europeo?
Hay varias ideas teóricas inspiradas en Philippe Van Parijs, filósofo y profesor de la Universidad de Bélgica, que habla de un dividendo social pagado por la UE a los ciudadanos. El debate está en el plano filosófico, más que en el práctico y en el político.
¿De dónde se financiaría la renta universal?
Hay muchas maneras. Puede ser vía IRPF, o habría que echar mano del Impuesto de Sociedades o del IVA. También podría hacerlo a cargo de las empresas que explotan los recursos naturales, como las gasistas, por ejemplo. Lo primero que debe haber es voluntad política.J. BASTERRA