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Verano del 87

«Adventureland»

Greg Mottola sorprende con una comedia nostálgica mucho más personal y autobiográfica que su anterior «Supersalidos», cuyo gran éxito le ha permitido poder hacer con una mayor libertad «Adventureland».

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Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Aunque tal vez haya comenzado el declinar del reinado de Judd Apatow dentro de la reciente comedia norteamericana, entre otros méritos, habrá que reconocerle el de recuperar para el género a alguien con tanto talento como Greg Mottola. Le brindó una segunda oportunidad para regresar al cine con la exitosa «Supersalidos», ya que desde que debutara en 1.996 con la prometedora «The Daytrippers» no había hecho nada más para la gran pantalla, refugiándose en la televisión. Por fin ha podido hacer su ópera prima personal, por así decirlo, ya que «Adventureland» es muy autobiográfica y no tiene nada que ver con otros trabajos comerciales de encargo. Es un merecido lujo que Mottola se lo puede permitir al día de hoy, gracias a los ingresos obtenidos con su anterior «Supersalidos». A cambio el precio que ha de pagar es el de que a su nueva película la prejuzguen, colgándole la errónea etiqueta de comedia gamberra para adolescentes.

Por suerte, la crítica ha sabido apreciar el profundo cambio que supone «Adeventureland» con respecto a «Supersalidos», al tratarse de unas emotivas e intimistas memorias de juventud. A sus 45 años, Greg Mottola evoca con ironía y ternura a la vez su verano del año 1.987, que resultó crucial para perderle el miedo al trabajo e iniciar su maduración como persona.

Antes de ingresar en la Universidad quiso hacer un viaje en Europa, por aquello de salir de casa e iniciarse en las relaciones sexuales con plena libertad. Su sueño se vino abajo por culpa de reveses económicos en su familia, así que tuvo que aceptar un trabajo de temporada en un parque de atracciones. En principio tal oferta laboral se le antojaba humillante y mal pagada, pero al final la experiencia le resultaría de lo más divertida y estimulante.

El excéntrico matrimonio dueño de las atracciones, interpretado por el fijo Bill Hader y Kristen Wiig, aparece como la segunda familia del chico, mucho más imaginativa y festiva que la suya de verdad. No puede faltar tampoco el compañero «friki» del alma, junto con la chica de la que enamorarse.

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