En un Chile irreal
«El baile de la victoria»
La criticada adaptación de la novela homónima del chileno Antonio Skármeta, realizada por Fernando Trueba, ha sido elegida para competir por el Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa de este año.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Por lo visto, existe una sustancial diferencia entre los criterios que manejan la Academia de Cine y la crítica especializada, a tenor de la mala recepción que tuvo «El baile de la Victoria» en el Donostia Zinemaldia, sin que luego haya sido obstáculo para ser elegida para competir por el Óscar de Mejor Película de Habla No Inglesa. Debe de pesar en tal decisión la estatuilla conseguida por Fernando Trueba en 1.992 con «Belle Epoque», aunque aquel premio queda ya bastante lejano en el tiempo.
Hace siete años el cineasta quedó muy tocado para la ficción por culpa del fiasco que supuso en su carrera «El embrujo de Shanghai», máxime teniendo en cuenta que el proyecto de adaptación de la novela de Juan Marsé le fue arrebatado a Víctor Erice, y eso son palabras mayores. A Trueba no le quedó otro remedio que refugiarse en sus documentales y producciones musicales, hasta que ha debido de pensar que ya iba siendo hora de volver a intentarlo, yendo a elegir para ello al escritor chileno Antonio Skármeta, que con anterioridad inspiró al cine la exitosa película «El cartero de Pablo Neruda».
Pero la fórmula del realismo fantástico parece ya agotada, o por lo menos no emociona igual al público de hoy en día. «El baile de la Victoria» es una película trasnochada en todos sus aspectos, lo que se le perdonaría si realmente estuviera bien hecha. No es así, debido a que Trueba no logra armonizar los muchos géneros y subtramas que va alternando el relato, con una clara desconexión entre la realidad histórica del Chile que sobrevivió a Pinochet y su representación simbólica dada a las escenas fuera de lugar, como cuando la joven pareja romántica se pasea a caballo por el centro de Santiago.