La cumbre de Copenhague sobre al cambio climático arranca sin expectativas
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, tendrá que redoblar esfuerzos para rescatar la cumbre sobre cambio climático de Copenhague, después de que las diferencias entre las grandes economías hayan dificultado el objetivo de sellar un pacto vinculante.
Joaquim UTSETS
Los responsables de la ONU ya han rebajado en los últimos meses las expectativas sobre lo que constituiría un «éxito» en la cita danesa del 7 al 18 de diciembre, hasta dejarlas en un «acuerdo político» que permita extender por un año más las negociaciones de cara a la obtención de un tratado vinculante para frenar el calentamiento global.
«Claro que tenemos que adaptar la definición de éxito a lo que se pueda conseguir, no somos tontos, pero lo importante es que consigamos un acuerdo sobre la sustancia, y luego hablaremos de la forma», dijo el secretario ejecutivo de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Clima, Yvo de Boer, a finales de noviembre.
La ONU considera que este acuerdo político debe contener tres elementos básicos para que sirva como un paso intermedio hacia la firma de un tratado que sustituya al Protocolo de Kioto cuando venza en 2012. Que cada país se comprometa a recortes concretos en sus emisiones de gases de efecto invernadero, que se consensúe la entrega de asistencia financiera a las naciones en desarrollo para ayudarles a reducir sus emisiones (mitigación) y a adaptarse a los efectos del calentamiento global, y la creación de un mecanismo que canalice las ayudas de una forma transparente y equitativa.
La presidenta del Centro Pew para el Cambio Climático, Eileen Claussen, ha pronosticado que el documento que salga de la cumbre en Dinamarca contendrá compromisos más o menos específicos, pero dejará para más adelante las materias más peliagudas.
Un avance
«Se dejarán fuera muchos asuntos, y no será vinculante, pero creo que de todas maneras constituirá un avance con respecto a la situación en la que nos encontramos» señala en una entrevista con Efe.
La negativa de EEUU para comprometerse a una cifra específica en la reducción de emisiones era el principal obstáculo para un tratado por el lado de los países desarrollados, mientras que la reticencia de China a poner coto al ritmo en que ascienden las suyas socavaba la posición de las economías en desarrollo, indica Claussen.
Aunque los últimos anuncios por parte de China y EEUU invita a cierto optimismo.
Por otro lado, tampoco existe consenso sobre la creación de un mecanismo que verifique el cumplimiento de los compromisos, el formato legal del tratado, o la cuantía de las compensaciones que se entregarían a las naciones menos desarrolladas para mitigación y adaptación.
Claussen considera que en tiempos de crisis económica es «ilusorio» que los países desarrollados acepten la cifra de 500.000 millones de dólares anuales en compensaciones, como la ONU propuso en setiembre.
La persistencia del secretario general de la ONU en los últimos dos años en sus llamamientos a alcanzar un acuerdo es una de las razones que «nos ha permitido llegar a este punto», valora Claussen.
«Ahora es una cuestión de voluntad política de los gobiernos. Ban Ki-moon debe continuar presionándolos, pero al final son los gobiernos y su situación nacional las que decidirán la cuestión», agrega.
Un fracaso en Copenhague supondría un revés para el secretario general, que ha hecho del cambio climático la bandera de su gestión al frente de la ONU y es una de las materias en las que su capacidad de liderazgo no ha sido puesta en duda.
Ban fue blanco de duras críticas en meses pasados, tras superar el ecuador de su mandato, por parte de quienes lo consideran un político «sin carisma» e «indeciso» que tiene tendencia a «ausentarse» en las situaciones delicadas.
Lograr el éxito en la lucha contra el cambio climático serviría para reivindicar a sus defensores, quienes consideran que se ha subestimado el poder de la diplomacia silenciosa que a Ban le gusta practicar.
El Gobierno de Nepal celebró ayer su consejo de ministros a 5.262 metros de altura, cerca del campamento base en las ascensiones al Everest, en otro intento de llamar la atención sobre el cambio climático en vísperas de la cumbre de Copenhague, que arranca el lunes.
Si el pasado 17 de octubre el Gobierno de las Islas Maldivas eligió el fondo del mar para celebrar su reunión, 23 de los 27 ministros nepalíes que forman el Ejecutivo optaron por las faldas de la cima más alta del mundo. Eso sí, fueron llevados al enclave de Kalapatthar por vía aérea. Dabid LAZKANOITURBURU