En vísperas de cumplirse ocho meses sin noticias sobre el paradero de Jon Anza, el conocido diario francés ``Le Monde'' publicó ayer un amplio reportaje sobre su desaparición realizado por la periodista Isabelle Mandraud, que se desplazó a Ipar Euskal Herria hace unas semanas para recabar información al respecto.

El artículo quiebra el silencio impuesto sobre el caso -que sigue siendo evidente en Madrid- y aporta detalles hasta ahora desconocidos. Por ejemplo, se hace eco de la «perplejidad» de la fiscal de Baiona, Anne Kayanakis por no haber hallado hasta ahora ningún dato relevante a pesar de que -afirma- «la Policía no finge, sino que lo está buscando realmente».

También indica que, tras la infomación aparecida en GARA en la que se afirma que Anza habría muerto en manos de un cuerpo policial español y estaría enterrado en suelo francés, la fiscal pidió la colaboración de la Justicia española a través del magistrado de enlace de la embajada de Francia. En la rueda de prensa que el adjunto de Kayanakis convocó el 2 de octubre pasado, inmediatamente después de la noticia de GARA, la Fiscalía ya anunció que iban a pedir información a las instancias españolas, pero no se tenía confirmación de que lo hubiera hecho hasta sus declaraciones al periódico parisino.

Policía «sorprendida»

Kayanakis manifiesta «no disponer de elementos que apunten a la pista de un secuestro por parte de barbouzes (grupos parapoliciales de la guerra de Argelia)» pero incide en el criterio básico de que «no puede descartarse nada». De todos modos, reconoce que sus peticiones de información no han tenido resultado.

Otro dato que recoge el reportaje es que el comunicado en el que ETA informaba de la militancia de Anza causó «sorpresa» en los medios policiales, que hasta entonces no habían comprobado algunos datos proporcionados en el mismo. Según la la Policía, en esos momentos desconocían que sus huellas digitales se encontrasen en el material escondido en un zulo descubierto en Senpere, extremo que verificaron y confirmaron a raíz del comunicado en el que ETA lo desveló.

Las declaraciones obtenidas por Mandraud en los ámbitos policiales revelan, asimismo, que la Policía vigilaba «de cuando en cuando» al donostiarra pero que, conocedora de la grave enfermedad que se le diagnosticó meses antes de su desaparición, lo consideraban «fuera de juego».

La reportera describe los comentarios del comisario de División de la UCLAT, Loic Garnier. El máximo responsable de la estructura de coordinación antiterrorista «excluye totalmente» la implicación de la Policía española en la desaparición de Anza.

Garnier ensalza la cooperación entre policías españoles y francesas, que califica de «ejemplar». El artículo recuerda que dicha colaboración se incrementó tras el atentado de Capbreton en diciembre de 2007 en el que dos policías españoles «que circulaban en un vehículo camuflado del Ministerio de Interior francés» resultaron muertos. También indica que dos funcionarios españoles trabajan permanentemente en la UCLAT.

Además de estas fuentes, la periodista ha recabado también información en el entorno familiar del militante, así como en su abogada y en el movimiento antirrepresivo, cuyas versiones sobre lo ocurrido también recoge ``Le Monde''.