Tranquilo quillo, tranquilo», dicen que le gritaban sus compañeros del benemérito cuerpo. Porque si alguien aporta tranquilidad en el mundo terrenal es la guardia civil. En el otro mundo es la Pilarica, su patrona, la que nos dará sosiego. Cuando el golpe del 23-F, Jordi Pujol llamó al Borbón recebando información y éste le contestó «tranquil Jordi, tranquil que es la guardia civil, tu tranquil» y así lo musicalizó la Trinca con La Danza del Sable.

Cuando los encuentras en alguno de los múltiples controles que habitualmente adornan las tierras vascas, al verlos tan marciales y varoniles con sus instrumentos de trabajo, es paz y sosiego lo que trasmiten. Por las carreteras de la imperial y ancha Castilla no hay conductor que no se relaje aliviado al observarlos parados y vigilantes. Si por el retrovisor advertimos el acercamiento de una pareja de motoristas, la musculatura que rodea nuestra columna vertebral y las articulaciones de nuestras manos experimentan una agradable sensación de placer.

El nivel cultural de sus miembros es envidiado por todas las policías y cuerpos militares que en el mundo han sido. Por eso, gracias a la dialéctica que les otorga tal bagaje, son tan hábiles en los interrogatorios. Su conocido amor al trabajo hace que en cada uno de sus agentes se conjuguen al unísono el plano civil y el militar, que en otros resulta antagónico. Ya lo decía Rodríguez Galindo: con seis de sus hombres, todos héroes, se atrevería a volver a conquistar América.

Y lo que parecía ser por parte de Salvador Menéndez una heroica acción antiterrorista en tierras de Leitza, resultó ser molinos los gigantes tiroteados y por los que fue herido.

A Javier Caballero, consejero de Interior del Reyno de Navarra y experto en tiroteos, le parece «innecesaria cualquier investigación para saber que un tiroteo de estas características apunta a ETA, sin ninguna duda». Para Leopoldo Barreda, portavoz del PP en Vascongadas y toda una autoridad en simulacros, lo ocurrido en Leitza «es un acto que, más allá de las ficciones, nos pone ante la realidad de las añagazas de Batasuna y de los montajes de ETA o de las apariencias que quieran construir».

¿Qué hizo que Salvador, haciendo honor a su nombre, se liase a tiros contra la nada, contra su chaleco anti-balas una vez depositado en el suelo y contra su brazo? ¿Afán de notoriedad, quizás? El PP lo declaró héroe y ensalzó su «acto de valentía sin igual que había evitado una tragedia». ¿Que está, como suele decirse coloquialmente, como una puta cabra? A eso apuntan los indicios. Pero, como todo es aprovechable por los creadores del simulacro que llaman realidad, ¿quién es el culpable de su locura? Pues ETA/Batasuna, corazones. Si el muchacho está como está es por el famoso síndrome de Norte. Es una víctima más. Y como víctima poseerá más derechos que los que no lo son y tendrá más razón que los que no lo son, será más guapo y mejor persona que los que no lo son. Y saldrá en los medios de creación de opinión mucho más que los que no lo son. Ser víctima o no ser víctima, that's the question.