Julen ARZUAGA | Giza Eskubideen Behatokia
De manual
La expresión que da título al artículo se utiliza para calificar algo que es obvio y hace referencia a un compendio sobre un tema recogido en un sencillo libro. También se puede utilizar de manera despectiva para despreciar algo por rudimentario o zafio. En nuestro entorno cercano los manuales -sean estos reales o ficticios, públicos o secretos- se prodigan y pueden servir incluso para encerrar a más de treinta jóvenes por delitos tan inexistentes como el manual que blanden los medios para juzgarlos. El autor hace una antología de los manuales más comunes en relación al conflicto vasco y detalla cómo se suelen utilizar.
La resaca de la última operación contra tres docenas largas de jóvenes nos deja dolor de cabeza y de corazón. Trabajaban en diferentes frentes del sector que les es propio, de forma pública, transparente, pacífica. No se les ha podido encontrar ni un solo elemento que siquiera pudiera sugerir su participación en un hecho de violencia. Los motivos de la operación desatada contra ellos no se pueden justificar ya en la acción necesaria para restaurar un hecho delictivo, para restituir un bien jurídico dañado. No. El objetivo se describe en términos de coyuntura política.
Para que el gran público digiera más fácilmente la detención, la Policía ha lanzado un best-seller. Ha difundido la existencia de un «manual». Los medios de comunicación han corrido a recoger el guante. En concreto una frase: «a los ladrones electos de Aralar les tiraremos piedras pero a los ladrones electos del PP, `cócteles molotov'». La reacción es fulgurante: los ultras más madrugadores aplauden en los foros digitales con faltas de ortografía. Rebusco en mi memoria y no encuentro una sola ocasión en que en este país se haya lanzado un cóctel contra un electo, por muy ladrón que sea. Ni tan siquiera piedras. ¿Sugieren una nueva estrategia de Jarraihaikasegi, en un momento en que las reflexiones van en otro sentido? ¿Empezarán ahora a hacerlo? ¿O es la que a ellos más les conviene? Al no conocer el (con)texto, no se puede saber si el extracto es literal, si tendría un desafortunado sentido metafórico, si alguien se ha perdido en la traducción... o si, lo más improbable, el manual del guerrillero juvenil existe. Porque busco esa joya y no lo encuentro en ningún papel o página web... ni en los autos. Y mira que se dicen cosas.
El caso cada vez me recuerda más a aquella Operación Nova contra un terrible «comando yihadista». Decían que iban a volar la Audiencia Nacional, imbuidos en la radicalización de su opción religiosa. Se les incautaron -prueba de cargo- varios ejemplares del Corán. En el caso que nos ocupa, a falta de Corán, bueno será un «manual de kale borroka». A él habrá que añadir «el manual de torturas» que los jóvenes han seguido para denunciar el tormento. Yo, por mi parte, para escribir estas líneas, habré echado mano del «manual de Gestoras». Y el periódico que me lo publica sigue el «manual de estilo de...». Un delirio.
Recién caído un nuevo informe de la ONU pidiendo la abolición de la detención incomunicada, a Grande-Marlaska le ha faltado tiempo para decretársela del tirón a nada menos que 35 chavales. Este hombre está obsesionado con el «manual de la suspensión de derechos», o sea la legislación antiterrorista. Todo vale. La cuestión es cubrir la cuota de subversivos apaleados, el recuento de cabelleras de los nuevos indios. Ese informe del Comité contra la Tortura asumía que el protocolo de su compañero de estrado, Sr. Dn. Baltasar Garzón, podría tener un efecto para la prevención o salvaguarda de la tortura, si bien ese manual «no se aplica de forma uniforme». Pero el nuevo pretendiente a juez estrella, que tiene predilección por los métodos de la Guardia Civil para desarrollar las pesquisas, no se lo ha pensado un minuto para denegar la aplicación de ciertas medidas que podrían hacer más humana la detención. Es que las garantías coartan la investigación. En definitiva, si no hay acusación, ésta se debe arrancar bajo la aplicación experta de la tortura. Xabier Makazaga acaba de publicar «El manual del torturador español». Otro manual.
Voces se alzan contra el sistema Sitel que, además de recoger las conversaciones cercanas al teléfono, ubica espacialmente a cualquiera en cualquier sitio. Los críticos dicen que supone una burla al derecho a la intimidad de todos. Unas pocas de esas voces sin más credibilidad que porque el sistema les afecta en sus chanchullos. Por el contrario, los ciudadanos de este territorio están cada vez más desnudos ante las exageradas prerrogativas policiales, ante la barra libre operativa. El flamante inquilino del Juzgado de Instrucción Nº 3 de la Audiencia Nacional, responsable del operativo contra los chavales, ha corrido a leer el manual de instrucciones del novedoso sistema de control, a pesar de las críticas. No me quiero imaginar que haría si se encontrara abandonadas en su despacho las llaves de un Eurofighter C-16 acompañadas de un letrero que avise «¡no tocar!».
Por fin, ha encerrado a los y las jóvenes por considerar que eran un «tentáculo» y que conformaban una «academia». Las figuras estilísticas ayudan también a tragar piedras de molino. Si se dilucidaran los extremos del homicidio de un ser querido -que tendría similar reacción penal, en torno a los 6 años- no me parecería correcto que una decisión jurídica utilizara esa literatura. El derecho penal no es poesía. Es precisión. Es o no es. Pero claro, no hablamos de un homicidio, de un acto de violencia, de víctimas que puedan reclamar justicia y no venganza... porque no existen tales.
Los familiares de los chavales han reclamado la intervención de los arartekos vascongado y foral. Este último ni siquiera les recibe. Por su parte, Iñigo Lamarca asegura que trasladará el caso a su homólogo en Madrid. Es lo que dice su manual de atribuciones. Francamente si no quería hacer nada, podía hacer exactamente lo que nos tiene acostumbrados, antes de marearle al inefable Enrique. No hay forma mejor de enviar una denuncia cursada en estas tierras a la vía muerta. El Ararteko acredita su presencia en los conciliábulos organizados por el nuevo orden institucional, pero mirará hacia otro lado cuando las críticas se vierten contra quienes le aseguran el puesto... y el sustento.
También cada politiquillo tiene su librillo. Todos se atienen al guión, machacón, de su politburó. Unos encantados con la razzia. Otros piden garantías de que la operación está justificada en derecho. A estas alturas. ¿Y si no... que harán? Nada.
Hablábamos de los medios de comunicación. Su defensa numantina de lo oportuno de detener disidentes, a la par que ocultan el trato que se les ofrece a manos de sus captores sigue, sin duda, oscuras directrices. Ya no es el medio, sino que serán sus fuentes policiales quienes hablan directamente. Porque la labor del periodista ha dejado de ser informar. Ahora es justificar la actuación policial-judicial por medio de la tergiversación. Harán pedagogía para que la sociedad asuma, adormilada, otra nueva vuelta de tuerca represiva. Y no en cualquier momento, en una coyuntura en la que se anuncian nuevos ciclos y la necesidad de adecuar estrategias.
Digo que los medios cumplen directrices. ¿Tendrán su manual? ¿O es paranoia mía? «Dar informaciones periódicas, a través de terceros, que difundan enfrentamientos y discrepancias entre terroristas, sus ideologías foráneas, sus negocios sucios, sus costumbres criticables, etc. Basta que la información (falsa) sea creíble para explotarla». Un retazo del Plan ZEN-Zona Especial Norte publicado por el mentor de Zapatero. ¿Alguien niega su existencia?
Órdenes provenientes del despacho contiguo al que alojó a quienes dirigían otras tramas, más sucias aún. La persecución en el Estado español es de manual.